El aire estaba cargado de tensión mientras Tn empuñaba su espada, su mirada fija y decidida. Cada fibra de su ser brillaba con una mezcla de determinación y desafío. Frente a él, Gyokko lo observaba con una expresión burlona, sus ojos relucían con desdén mientras se acomodaba en una postura arrogante. La atmósfera vibraba con la energía de la inminente confrontación.
-¿Dónde está el pilar que mandaron? -preguntó Gyokko, su voz desbordando con sorna.
Tn, sin apartar la mirada, respondió con frialdad-: Lo estás viendo. La respuesta resonó como un eco en el silencio que les rodeaba, un desafío directo que hizo que la sonrisa burlona de Gyokko se desvaneciera por un instante.
Gyokko estalló en una risa burlona, como si la mera idea de que un niño pudiera ser un oponente digno le resultara absurda. -¿Imposible? ¡Eres solo un niño! No puedes hacerme daño -se mofó, su voz llena de desprecio.
Pero Tn no se dejó amedrentar. -Niño y todo, pero acabas de detener tus ataques -dijo con una calma perturbadora. En ese instante, un destello de movimiento cortó el aire. Gyokko sintió un ligero corte en su garganta y su expresión se transformó de burla a horror al darse cuenta de lo que había sucedido. ¿Cuándo lo había cortado? La confusión y la furia se entrelazaron en su mente, mientras el dolor comenzaba a arder.
Tn sonrió, una sonrisa que era todo menos inocente. Era una mueca perturbadora y sanguinaria que emanaba una sed de venganza. -Te mataré -declaró, su tono frío y oscuro resonando en el aire. La burla se entrelazó con la amenaza en sus palabras-: Un niño te va a matar.
La realidad de la situación se cernía sobre ellos; el poder que emanaba de Tn era palpable, y en ese momento, Gyokko comprendió que subestimar a su oponente podría haber sido su peor error. La batalla estaba lejos de haber terminado, y la verdadera lucha apenas comenzaba. Tn, con su espada levantada, estaba listo para demostrar que incluso los más jóvenes podían llevar el peso de una gran carga en su camino hacia la victoria.
Shinjuro observaba incrédulo desde la distancia, sus ojos abiertos de par en par mientras la batalla se desarrollaba ante él. La velocidad de Tn y Gyokko era sobrehumana, un torbellino de movimientos que iluminaba la noche con destellos de azul y rojo. Cada golpe, cada corte, parecía resonar en el aire, y Shinjuro se encontraba casi hipnotizado, incapaz de seguir la velocidad de sus cuerpos en movimiento. Solo podía ver las chispas que salpicaban del contacto de la katana de Tn, una danza mortal que desafiaba la lógica misma.
El sonido de acero chocando contra acero llenó el aire, y en un instante, el mundo pareció detenerse. Shinjuro sintió un escalofrío recorrer su espalda al ver las agujas de Gyokko lanzarse en dirección a él, una lluvia mortal que prometía el caos. Pero, antes de que pudiera reaccionar, Tn se interpuso entre él y el ataque, su figura brillando con determinación. La katana de Tn cortó el aire, interceptando las agujas en un acto heroico que hizo que el corazón de Shinjuro se detuviera por un momento.