❋ Episodio 40 ❋ "Sam"

42 4 3
                                    

❋❋❋❋❋❋❋❋❋

Mylen Sharon
2017, 13 enero.

—Vamos a otro lado a divertirnos, chiquilla. —la música tronaba mis oídos, así que no había escuchado nada, también estaba un poco mareada, ¿habrá puesto algo en mi bebida? Daba igual.

Me jalo hasta un baño alejado de la multitud, pero a pesar de eso, la música seguía haciendo añicos mis tímpanos.

—¿No deberías primero invitarme a una habitación o algo? —dije mientras subía mi playera entre suspiros, sus dedos eran fríos al contacto, pero no sentía alguna chispa, alguna de esas cosas que según se podían disfrutar. Pues el chico no era alguien tan mayor, levanto mi top y termino entre mis dientes

—Mira este cuerpo magullado, ¿tan rudo te gusta? —no podía hablar por literalmente llevar de bozal mi blusa, que creyera lo que quisiera, no tenía por qué darle explicaciones. —Mira esos ojos tan vacíos, deberíamos hacer que tuvieran un poco de brillo —dijo con sorna, pues me volteó contra el lavamanos y frente a un espejo levantó mi falda.

Mis brazos le servían para tomarse impulso, mis ojos se sintieron lagrimosos del dolor, al menos vi que se ponía preservativo, quería sentir algo, pero no era más que un dolor desgarrador.

Salí de la fiesta camino a casa, llevaba el pelo alborotado, la falda a punto de mostrar todo, el rímel corrido en mis mejillas y un cigarro que me quitara el mal sabor de sus labios. Subí la escalera con cansancio y escuché que discutían en la habitación de nuevo, me daba igual mientras no fueran contra mí. En la mañana no me quedó más que despertarme para la preparatoria, solo unos meses más y saldría libre. Tal vez huiría de casa una vez terminara todo.

Nevaba un poco en la ciudad, pero aun así no sentía mis manos temblar por el frío, las clases eran aburridas, de vez en cuando me salía a fumar, esta sería una de esas veces.

Salí encendiendo el cigarro mientras la brisa corría en mi dirección, estaba en un pasillo con tal de que los guardias no me hicieran un gran drama. Pero parecía no ser la única aburrida.

Por una de las pasadas llegaron tres chicos y una chica—Sharon, escuche que te estabas burlando de mí, y que no solo eso, llegó el chisme de que te acostaste con mi Dylan.

No sabía ni quien era, solté el humo en su cara—No sé ni quién diablos es, ni quién eres tú. Así que, deja de estar jodiendo un rato.

—Terminó conmigo porque encontró una chica que no tenía un cuerpo tan obeso como el mío, ¡solo peso 60 kilos!

—A mí me importa un huevo, vete de una buena vez.

—Como todo fue tu culpa, supe que tenía que darte un merecido. —los tres chicos detrás de ella salieron frente a mí, tal vez me sacaban una cabeza.—Disfruta de una buena paliza —rio. Vinieron los tres a la vez, pero bien era sabido que no era alguien muy fácil de vencer.

Con unas cuantas patadas y puños dos de ellos cayeron, aunque me sangraba un pómulo y uno de los brazos, empecé a patear sus cabezas dejando a dos inconscientes, el que aún se movía se intentó levantar.
Podía parecer algo monstruoso, pero lo que yo tenía no era fuerza, si no agilidad para hacerlos caer al suelo, lo además era puras ganas de sacar mi ira.

—Eres una loca, Sharon.

—¿Y qué si lo soy? —lo jalé por su cabello hasta que su cabeza estaba cerca de mi puño, golpeé una y otra vez con ira, tal vez el chico no tenía la culpa de mi odio hacia todo.

<<Pero me da igual>>

Sin una pizca de empatía seguí golpeando hasta que la sangre salpicó en mis pómulos, la chica corrió junto a un grito y no volvió a aparecerse.

Una flor de otoño (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora