❝No me culpes, el amor me volvió loco.
Señor, sálvame, mi droga es él❞
» Luego de finalmente ser promovido en su trabajo, el teniente Han, nunca imaginó que uno de los traficantes de armas más buscados, sería el causante de sus suspiros.
⊱꒱ main: l...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Al final de la noche, cuando volvieron al restaurante y recogieron sus pertenencias, llegaron al auto, que esta vez condujo MinHo, de regreso al hogar de JiSung.
Cuando salían del lugar, el menor observaba por la ventana la linda vista de la luna que alumbraba el mar, y como se reflejaba esta misma en el agua, dejando el sonido llegara a sus oídos, mientras sentía la mano del pelinegro en su pierna, acariciándole, así hasta salir a la carretera, con un poco menos de autos por la hora.
Qué romántico todo.
—Si no estás muy ocupado esta semana —el CEO rompió su silencio. —¿Quisieras ver una película? Esta vez en mi casa.
—Pensé que no eras tanto de ver películas —lo miró confundido.
—No, pero con tal de llevarte conmigo y que pasemos tiempo de calidad... —rápidamente le devolvió la mirada.
El menor resopló con algo de diversión. —Claro, por supuesto.
—Genial —sonrió. —Oh, cierto, en el posavasos hay algo para ti.
—¿Otra sorpresa? —dijo incrédulo. —Honnie, no es necesario-
—Eh, eh, no digas nada, sólo tómalo —ordenó estacionándose a un lado de la carretera, riendo por el apodo.
El castaño tomó una cajita que estaba en el lugar que el mayor mencionó; era pequeña y roja, con un pequeño listón por encima.
Cuando la abrió, lo que contenía hizo que hasta sus ojos sonrieran, sintiendo gran alegría.
La primera vez que MinHo estuvo en la casa de JiSung, vió fotos de él con una guitarra, y una de las tantas que se coló en su habitación, pudo verla guardada.
El regalo no era nada más que una uña de guitarra, que contenía un pequeño sol pintado en medio, porque sabía lo mucho que Han amaba los atardeceres.
—Es hermosa —el chico la admiraba en su mano, viendo los detalles y lo delicada que se veía, hasta que volteó a él. —Es realmente preciosa, MinHo, gracias.
—Quería dártela antes, pero por cosas del trabajo y que no pude verte mucho, no lo logré —rascó su nuca.
Luego de haberla guardado de nuevo en su caja y que la dejó en el mismo lugar, se dispuso a observarlo.
—¿Cómo supiste que sé tocar la guitarra? Si tengo mucho tiempo sin hacerlo.
—Sin querer ví algunas de las fotos que tienes en tus repisas, y puede que cuando te robé una camisa, haya visto tu guitarra, pero nada más —evitó la mirada del chico por el dato que reveló sobre la prenda.
—Bueno, creo que ahora volveré a tocarla —rió. —De igual forma, es hermosa, Honnie, en verdad, gracias.
Cuando se acercó a él para besarlo en agradecimiento, sin querer una de sus manos presionó el botón que Lee mencionó era para cerrar los asientos de atrás, asustándolo, y así mordiendo el labio del mayor.
