De nuevo estoy aquí en este día gris, parada en el rompe olas mirando hacia la nada, de nuevo estoy pensando en terminar con este dolor o seguir fingiendo ser fuerte. Este frío junto con el dolor que siente mi corazón solo me idea de ponerle fin a mi vida. -¡Mierda! Ya es demasiado tarde, hace media hora que debía de estar en casa- me digo a mi misma mientras me levanto y coloco mis auriculares, enciendo el reproductor y salgo a toda prisa.
Llego a casa lo antes posible, pero no sirvió de nada, mi padre me espera tras la puerta tambaleándose mientras sujeta su cerveza, es alcohólico desde hace tres años, desde que murió mamá.
-¡Llegas tarde Marta!- Dice mientras me da un bofetón en la mejilla que me hace estremecer de dolor.
-Lo siento... Me... me quede charlando- Respondí.
-¿Charlando? ¿¡Y no traes la cena!? ¡Eres una inútil!- Me dice mientras me asesta otro bofetón, el cual me hace reaccionar y salgo corriendo a mi habitación reprimiendo las lágrimas, pero al cerrar la puerta se escapan y rompo a llorar, no puedo más, no puedo seguir enfrentándome a todo yo sola, no tengo a nadie mas que a mi cuchilla, mi querida cuchilla, aquella que noche tras noche me acompaña, me alivia y me mantiene viva. Pero esta noche no será una excepción, lo necesito y eso haré.Abro el cajón de mi escritorio y saco el sacapuntas, le quitó la cuchilla y realizo unos precisos trazos sobre mis muñecas. Tras cuatro años ya no siento el dolor, sólo alivio y paz mental, seguidamente voy al baño, me lavo las muñecas y vuelvo a mi cama, donde me quedo dormida entre llantos.
Nada mas despertarme miro mis brazos, es lamentable el aspecto que tienen, pero dejo de mirar, no quiero volver a llorar y me dirijo al armario cansada por las innumerables pesadillas que atormentan mis noches desde hace semanas. Saco del armario una sudadera, porque necesito algo para tapar mis horribles muñecas pero al ponérmela me roza con los cortes y me produce un dolor continuó, aun así decido dejarmela, merezco ese dolor...
-Exacto, te lo mereces.- Me dice mi subconsciente.
Luego saco unos pitillos, me los pongo y me recojo el pelo con una trenza, mamá me enseñó a hacerla de pequeña, a ella siempre le sentó genial por su pelo rubio y sus ojos azules y grandes yo heredé sus rasgos, mi padre decía que era idéntica a ella de pequeña. Por último me pongo unas deportivas y salgo de mi habitación.
Al pasar por el salón veo a mi padre en el sofá rodeado de botellas de cerveza y pañuelos, desde que murió mama llora cada noche mientras ahoga sus penas en el alcohol barato que podemos permitirnos con la paga mensual de viudez con la que sobrevivimos. Recojo todas las botellas y pañuelos y los tiro a la basura y me quedo mirándolo fijamente, esta tumbado abrazando una foto de mamá.
-Papa... Papa despierta, ya es tarde y tienes que ducharte y vestirte, tienes que encontrar trabajo.-
-Hija...-El aliento le apesta a alcohol. -Ya voy, gracias por despertarme, el despertador no sonó... - Miro a la mesa y no lo veo, pero no me hace falta buscar mas, se que anoche lo debió lanzar por la ventana en una de sus crisis de ansiedad.
-No pasa nada, venga ve a ducharte, mientras te haré el desayuno.-Pero no me responde, sin embargo me mira con pena, sabe que ayer me trató mal, no se lo reprocho pero me duele, nunca le perdonaré aquella vez que me dio una paliza y me abandonó a las afuera de la ciudad. Hoy en día sigo despertándome por las noches debido a las pesadillas que el me ha provocado, de un repertorio tan amplio que perdí la cuenta hace mucho, desde simples sustos hasta soñar que me asesina mientras duermo.
Mientras desayunamos le cuento mi plan para hoy y le recuerdo lo que tiene que hacer unas ocho veces hasta que decido escribirselo en una nota porque no me esta escuchando, esta mirando hacia la nada pensando en cualquier cosa, seguidamente le doy un beso en la mejilla, lo que me recuerda decirle que debe afeitarse, cojo mi mochila y me voy a clase.
Está lloviendo. -Genial.- Pienso. Adoro la lluvia, me ayuda a centrarme en mis pensamientos, pero no llevo paraguas de todas formas no me importa, llueve poco así que solo me cubro con la capucha de mi sudadera, conecto el reproductor de música a los auriculares y camino en dirección al instituto, tengo 16 años, pero aun voy a tercer curso porque repetí debido a las malas notas que me provocaron el faltar a clase durante mucho tiempo para poder trabajar y pagar facturas atrasadas pero por el resto siempre saqué calificaciones por encima de la media, destaco en matemáticas e historia que son dos de las mas difíciles en mi ciudad.
De pronto algo me saca de mis pensamientos, el sonido del claxon de un coche que pasa a toda velocidad, como si de un acto reflejo se tratase, me quitó un auricular y escucho al conductor de gritar.
-¡Ten cuidado loca!- Me grita lleno de ira.
-Que bien empieza el día... - Me digo a mi misma.No me había dado cuenta de que había cruzado la calle con el semáforo en rojo, pero no importa, seguir viva no es una de mis preocupaciones ahora mismo.
Ya veo el instituto al fondo de la calle, es uno publico y preocupantemente viejo, pero es el mas cercano a casa de los que puedo permitirme y no me importa, si tengo que seguir viva es mejor conseguir un trabajo y para eso necesito tener una formación escolar.Entro al instituto cuando falta poco para entrar a la primera clase por lo que hay mucho ajetreo por los pasillos, pero nadie se fija en mi y no tienen cuidado conmigo por lo que muchos se giran y me golpean haciendme chocar contra la pared y no se molestan en pedir disculpas, porque me ignoran. Deprimida por la situación decido faltar a la primera clase e irme al baño a llorar, pero ni allí puedo estar tranquila y a salvo, porque me encuentro con Vanesa del Pino, la chica mas popular del instituto junto a sus amigas que la siguen a todas partes cual perro faldero, en mi opinión son todas unas falsas que solo buscan al chico mas popular del momento para aumentar su ego y aprovecharse de él.
-Hola Marta, que guapa vienes.- Me dice en tono irónico con una sonrisa falsa en sus labios.
-Si... tu también, te favorece esa minifalda de puta, son de tu estilo.- Le respondo con la mas absoluta indiferencia.
-Chicas, dejemosla con su amigo el retrete.- Dice mientras se ríe y ordena a sus amigas con el dedo que me cojan y me encierren ahí, pero no puedo hacer nada contra seis chicas a la vez, aun así me resisto todo lo que puedo, aunque solo consigo hacerme sangre en el cuello con las uñas postizas de una de esas chicas.Grito todo lo que puedo para que venga alguien a sacarme de aquí, mientras ellas se ríen, cuando pierdo toda esperanza de que venga alguien a sacarme escuchó la voz de un chico entrar y discutir con Vanesa, que se va del baño enfadada, para mi sorpresa, al abrir la puerta me encuentro con el chico mas popular de todo el instituto, es guapísimo, es alto y fuerte con el pelo moreno y ojos azules. De pronto siento que me coje de la mano y me saca del baño, no puede ser, me he quedado mirándolo como una tonta, ¿Cuanto tiempo? Me estoy poniendo colorada, que vergüenza.
-Hola, me llamo Jaime ¿Estás bien? ¿Te han echo daño?- Obviamente ya sabía su nombre, pero nunca hable con el ni mucho menos lo tuve tan cerca como ahora y de cerca es mas guapo aún.
-Si, si es... estoy bien, no me han echo nada.- Intento decir aparentando no estar nerviosa, pero me salio con una voz tan aguda que fue imposible.
-Me alegro mucho- me dice mientas me dedica una sonrisa. -¿Como te llamas?-
- Me... Me llamo Marta.- Respondo roja de la vergüenza sin poder ocultar mi sonrisa.
-Encantado de conocerte Marta, eres preciosa ¿sabías? De verdad.- Me dice. Y solo consigue ponerme mas roja aún.- ¿Haces algo esta tarde?-
-No, ¿porque?- ¡No me lo puedo creer! ¡El chico mas guapo que he conocido me esta preguntando que haré esta tarde!
-Por nada, solo por si te apetecía ir a comer algo al salir de clase-
-Supongo que puedo ir a comer luego, nos vemos entonces - Respondo de una forma que ni yo sabia que era capaz.
-Hasta luego entonces Marta-
-Hasta luego- Le respondo esbozando una sonrisa.