Su hermano pequeño Yuri estaba jugando en el arenero del parque, cuando observó hacia el sendero que se adentraba a él, cuando se percató de ellos. Inclinó su cabeza hacia las botas rojas un tanto desgastadas que le habían obsequiado sus padres antes de irse para no volver, desde entonces las atesoraba como ningún otro objeto en el mundo, llevaba siempre sin importar la época del año y cada día consideraba demasiado quitarlas incluso para dormir, se acomodó para calzarlas bien a sus pies y respiró profundo, presionó sus puños con fuerza y les hizo frente.Eran al menos diez niños, entre varones y niñas, Yor Briar los recordaba bien. Aquel sitio era el único más lejano a su casa para ir a jugar, aún no se sentía segura de andar por allí con su hermano que aún era un bebe; el sitio no era lo más amigable, estaba plagado de niños, hijos de gente medianamente acomodada, del tipo que suele presumir más de lo que tiene y creerse más de lo que puede ser, los padres habían transmitido ese mismo comportamiento prepotente a sus infantes que tendían mirar todos como inferiores. Yor no era la clase de niña que se dejara de otros y siempre se defendió de todo lo que ellos le dijeron y quisieron hacerle.
Les llevó algo de tiempo unir las piezas, poder coincidir para llevar a cabo su cobarde plan, enfrentarla todos juntos, tomar represalias por las veces que los había golpeado, asustado, humillado o confrontado.
— Quiero que me esperes un poco Yuri, luego iremos a casa— le indicó la niña con su sonrisa a su hermano que le correspondió de la misma forma.
— No irás a ningún lado y tu hermano tampoco— adviritó un niño obeso con una sonrisa milisiosa en su cara.
Yor regía su vida con una sola promesa, el prometer a su hermano seguro, el hacer lo que fuera para que nada le ocurriera jamás, se lo había prometido a sus padres y se lo decía a sí misma al despertar. Podían meterse con ella, probablemente lo mereciera, pero que involucraron a él que solo era un bebe indefenso no lo iba a permitir.
Motivada por ese coraje se lanzó hacia ellos, empezando por el que la había amenazado, a pesar de que probablemente pesara el triple que ella, lo derribó con una embestida, el chiquillo asustado y sorprendido se quedó paralizado cuando ella comenzó a lanzarle manotazos. En ese momento una niña y un niño llegaron por detrás y la tomaron de las manos, la arrastraron quitándolo de él pero ella comenzó a forcejear, ambos terminaron golpeándose con la frente del otro. Otros tres niños buscaron contenerla con una cuerda para saltar, reteniéndola con esta a un árbol, no duró mucho tiempo, sin embargo si lo suficiente para lograr su objetivo.
Yor Briar iba a ir tras otro niño, de pelo rizado y una risa socarrona, pero un sonido la detuvo, era un llanto, al girarse encontró a su pequeño hermano sostenido de los brazos por una niña de pelo corto, lucía incómodo y desconcertado. Yor supo que no había nada que hacer, con esto la tenían, si intentaba algo más serían capaces de hacer algo contra él, así de ruines eran. Por lo que se rindió.
La niña tiró de rodillas y bajó la cabeza con frustración, los niños la rodearon en círculo sonriendo con superioridad. Dos de ellos la tomaron de los pies, se dio cuenta rápidamente que era lo que planeaban, no era un secreto para nadie el apreció que mantenía para ese par de botas que calzaba todo el tiempo, entre dos las tomaron y le entregaron a Yuri luego en su manos. En la garganta de Yor se formó un nudo y comenzó a llorar del coraje mientras ellos se alejaban.
Miró sus pies descalzos y respiró profundo buscando contener su llanto, abrazó a su hermano con fuerza y lo acarició.
— Al menos pude protegerte— le afirmó a su hermano con la voz entrecortada.
Mientras los niños que la habían molestado se alejaban haciendo burlas y riendo, algo rojo salió hacia ellos a toda velocidad. Fue muy tarde cuando se percataron de que era y mucho menos de poderlo esquivar. Un balón de dodgeball golpeaba a uno de ellos en la nuca haciendo que cayera de bruces, Yor levantaba a tiempo su vista para percatarse de esto y ver que otros dos caían de la misma manera por otras dos pelotas lanzadas desde los arboles.
— ¿Qué es lo que está pasando?— preguntó el niño con sobrepeso mientras era alcanzado por uno de ellos primero en el estómago y luego en medio de los ojos.
Uno tras otro fueron derribados, asustados sin poder explicar quién podría ser tan rápido para atacarlos de esa manera. Yor había comenzado a reír divertida de ver cómo recibían de nuevo su merecido.
— Ella tiene refuerzos— advirtió uno de los niños ya en el piso.
— ¡Deben ser más de diez, debemos irnos!— declaró otra niña.
— ¡Corran! ¡Todos corran!— indicó otro.
Los que ya estaban en el piso se levantaron, los que aún estaban intactos corrieron cubriéndose la cabeza. Yor avanzó con su hermano en brazos y se agachó para tomar uno de los balones y lanzarselo al grupo que huía.
Un niño rubio de ojos celestes descendió del árbol con un saltó con la agilidad de un acróbata, cayendo justo frente a ella. Él terminó justo frente a ella, por causa de la cercanía de sus rostros la niña terminó enrojeciendo apenada.
El niño rubio se agachó y tomó sus botas rojas del piso y sobre su rodilla tomó uno de sus pies para ponérsela. Yor Briar cubrió su rostro con su mano aún más avergonzada, cuando terminó se asomó entre sus dedos y se encontró con una gentil sonrisa.
— Listo señorita— declaró con caballerosidad.—Me llamo Loid Forger, por cierto.
— Yor Briar…
Ella no pudo evitar sonreír.
— ¿Te encuentras bien? — le preguntó.
— Si, estoy bien.— respondió ella.—¿por qué me ayudaste?— preguntó tímidamente.
— Solo ví a una niña bonita en problemas y quise ayudar— respondió Loid galante.
Yor nunca había sido llamada así, tal vez se lo hubieran dicho sus padres pero ya no lo recordaba, otros niños que la conocían no pensaban que su rudeza, la fuerza que poseía o su capacidad atlética la hicieran así, pero ese niño si.
Loid actuaba justo como su padre le había instruido que lo hiciera frente a una mujer, cuando ella llamará su atención.
— Creo que realmente tú hubieras podido sola, eres increíble—declaró.
Ella prácticamente se escondía detrás de su hermano, tenerlo tan cerca con todo aquello que decía la ponía ansiosa, demasiado avergonzada. Cómo un impulso irracional lanzaba con su pie uno de los balones hacia el rostro de Loid, a pesar de la corta distancia entre ellos el golpe casi lo deja inconsciente, cuando su conciencia por fin volvió, ella lo sostenía del brazo y lo besaba en la mejilla para luego salir corriendo con su hermano en brazos. Loid no sabía si su cabeza aún daba vuelta por el golpe o por lo aquella niña acababa de hacer.
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Sweet Surrender
FanfictionColección de fanfics Twinyor. Son su mayor debilidad, aquella intensa mirada que los desarma por completo, una dulce rendición...