𝐁𝐋𝐔𝐄 𝐇𝐀𝐈𝐑 | Jaiden

𝑏𝑙𝑢𝑒 𝐻𝒶𝒾𝓇

James muchas veces se describe como un amante de los colores.

Le fascinan todos, tiene sus favoritos eso es obvio, aún así admite lo maravillado que se encuentra por cada uno.
Lo descubrió siendo un niño, vistiendo un aspecto que muchos etiquetaban como ridículo, pues pecaba de ser muy colorido y aniñado, acorde a su edad y "primer amor". Por suerte al crecer cobró noción de cómo equilibrar entre sí las tonalidades.

Ama todos los colores, pero prefiere los cálidos. Dentro de su amor, detesta un poco los fríos y más si son oscuros. No los termina de soportar.
En realidad, su odio hacia ellos solo sale a flote en un lugar específico y es que los colegios privados se encargan de hacerlos detestables.

Los colores de un colegio privado son bastante típicos y monocromáticos. Algunas instituciones optan por verde, azul o bordo, claro que en tonalidades apagadas que puedan verse bien, esto con la finalidad de combinar junto al blanco y negro. Incluso con el gris.
Esos colores son los únicos que suelen permitirse, pues se busca brindar un aspecto formal y elegante, objetivo que acaba por prohibir otros elementos a los estudiantes.

Sin uñas de colores, tampoco cabellos llamativos y si se usan cintas en el mismo, que sean del color predeterminado. Nada de perforaciones y tampoco maquillaje.

Reglas que se rompen y a veces se sancionan, en ciertas ocasiones tal vez se dejen pasar.

Da igual, apenas está volviendo al colegio después de un tiempo. Sus vacaciones se prolongaron más de lo esperado y por eso perdió tal vez... cuatro semanas. Debía ponerse al pie con las materias en el menor tiempo posible; según lo que sus amigos le comentaron por teléfono, las mismas son más exigentes que antes. También le dijeron que el aula no está completa, al parecer un par de personas se fueron.

Espera que no se trate de quienes desea ver para desaburrirse o si sus amigos deciden faltar y a él no se lo permiten. Esas personas características que son el plan "B" del latino.

Da igual, lo comprobaría pronto.

El brasileño había llegado más temprano de lo habitual, así que estaba "solo". En realidad, lo sentía de así a falta de sus amigos, de igual modo podría ser peor. Gracias a Dios, ellos guardaron un lugar dentro de su círculo para que pueda sentarse.

Al fondo, como cualquier grupo de jóvenes revoltosos que intentan prestar atención, solo que las distracciones son más fuertes. No son malos, sino distraídos.

Mientras espera que todos lleguen, finge mirar su celular, aunque de vez en cuando sube la mirada cada que escucha la puerta de metal abrirse, notando a quienes pasan por allí, dejando que su mente recuerde a quienes vió y quién falta. Bueno, al menos prestó atención a las primeras cinco personas.

El uniforme lo aburre. La falta de detalles lo aburre. No puede mantenerse tan atento por más que quiera.

Por un momento el de tez morena se distrajo, no comprende durante cuanto tiempo estuvo leyendo comentarios de "¿este vestido es azul o dorado?", pero cuando levantó la cabeza de su pantalla, el salón ya estaba lleno de alumnos.
No solo los veía a ellos, sino también el desastre que hicieron, pues por todos lados volaban aviones de papel y las voces resonaban más escandalosas que años pasados. Ahora sí, miró a cada uno de ellos, buscando a sus compañeros para tachar su lista mental de quienes seguían asistiendo a la escuela y quienes no.

También lo hacía por chismoso, buscando el "glow up" que solían tener en el verano.

Los miró a todos sin detenerse demasiado, como si sus ojos tuvieran un scanner que permite notar detalles a simple vista. Todos seguían asistiendo, a excepción de una chica que llegó rápido a su mente.
Bueno, tal vez no tan rápido, pero sabe que asistía a su curso y debería estar ahí.