"Ponte linda preciosa, haremos algo especial ahora, pasaré en quince. Antoine." Fueron sus palabras en el mensaje de texto que mandó hace una hora. Cuando se trataba de citas inesperadas —estaba segura de que era una de esas— me ponía realmente nerviosa. Mi maquillaje empezaba a salirse y mis manos comenzaban a sudar y a ponerse frías. Antoine era demasiado bueno dando sorpresas y aunque me pusieran en este estado, me encantaban. Llevaba un vestido blanco con tiras blancas, por cuatro dedos encima de la rodilla y con una cinta del mismo color que iba debajo de mi busto. Eran las 7:15 p.m., lo único que podía rescatar del verano, es que, aunque no fuera mi estación favorita, tenía los mejores atardeceres que cualquier otra estación.
Antoine apareció por la puerta demasiado agitado y dando respiraciones repentinas.
—Hola —dijo al verme. —Luces verdaderamente hermosa en ese vestido —comentó acercándose y tomandome las manos. Me dio una mirada de confusión — Tienes las manos mojadas.
No pude hacer otra cosa pero sonreír a aquello, me hacía sentir algo especial cada vez, siempre, pese a que nos hayamos conocido hace cuatro años, cada vez me hacía sentir mariposas, me hacía sentir nerviosa, y era algo que solo él me hacía sentir.
—Vámonos mejor —hablé agachando un poco mi cabeza con una risa.
Antoine rió y se inclinó para dejar un beso en mi sien —Esta bien.
Me llevó tomada de la mano hasta el coche y entrando me golpeó el olor a comida, cuando él entró lo miré y contestó a mi mirada: "Iremos de picnic."
Conducimos un buen rato hasta llegar a una carretera, que no estaba tan alejada de la ciudad. Mostraba una larga vista de la playa y un perfecto atardecer.
—No se si lo recuerdas —comenzó a hablar — pero cuando salimos de la universidad todos dimos una terrible fiesta aquí —río, y luego reí con él al recordar demasiadas cosas de esa noche — tu estabas de verdad, muy ebria. Comenzaste a hablar de cosas al azar, cosas de la uni, las cosas que te gustaban... —paró de hablar y se bajó del coche para luego abrir mi puerta e indicarme con la mirada que ya nos encontrábamos en nuestro destino. Había aparcado en el estacionamiento de la playa. Luego me tomó la manó para seguir caminando. —Me contaste que el verano definitivamente no es tu estación favorita pero que sus atardeceres eran mejor que cualquier otro atardecer de cualquier otra estación.
Se quedó callado y me guió hasta la orilla del mar, habían dos antorchas encendidas y pétalos de rosas tiradas. Me dijo que me sentara y luego se sentó en frente mio. El lucía bastante feliz, siempre compartíamos lo que sentíamos, sin embargo, el no había mencionado una sola palabra al respecto en todo el camino.
—Posteriormente a eso, me dijiste tus problemas personales, luego comenzaste a llorar. Yo nunca supe como contener a una persona, pero tu fuiste diferente. Lo único que hice fue abrazarte y te entregaste a mi diciéndome que fui muy bueno contigo. Y me besaste, Candice. Y soy realmente feliz desde ese primer momento. —y no me contuve más, comencé a besarlo mientras que él me tomaba del cuello. Nos detuvimos y nos miramos y él me sonrió.
Suspiró y me dijo "Cierra tus ojos, y cuenta hasta diez".
Cuándo abrí mis ojos lo primero que vi fueron los suyos, sus ojos que ahora traían un color azul, y en su mano, un anillo.
—Dejame ser feliz todos los días de mi vida contigo, ¿te casas conmigo?.
Fin.
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PREGUNTA, ¿que pasó con la comida?