Cap. 07: El paseo

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Tras unas cuantas horas en el baño y una buena ducha, salí y me puse la ropa que dejó Hestia sobre mi cama, era absolutamente suave y reconfortante, tanto que me sentí muy cómodo con ella.

-Esto es una maravilla.

Salí al salón y vi al lobo tirado en el suelo bajo la mesa.

- ¡Pequeño! Ven aquí, tengo ropa limpia para ti.

Rápidamente se levantó y vino corriendo con la cola en alto hacia mí.

- ¡Vaya!, Pareces más animado, déjame quitarte la cuerda.

Me acerqué a él sin problema y desaté el nudo que le hizo Atenea atado a su cintura.

-Ya está, el problema del nudo deshecho, ahora, la ropa que nos ha dejado mi tía es para humanos, me temo que tendrás que cambiar de forma para ponértela.

En un segundo el lobo entró en la habitación y cerró la puerta con una de sus patas traseras, supuse que había entrado a ducharse así que me senté en el sofá a esperar a que saliese o a que viniese alguien a recogerme, pero poco a poco fui quedándome dormido pensando en todo lo que pasaba.

- (¿Por qué no he podido tener nunca esa vida que siempre había querido? No pido lujos ni ser temido, tampoco quiero obligar a nadie a estar conmigo, podría vivir tranquilamente, con una familia normal pudiendo sonreír junto a Ernesto y Bella, podría haberle dado una oportunidad a Adrián e incluso podría estar ahora cómodamente en mi casa o en algún lugar en el que se me quiera, no donde me van a matar por miedo). - Pensé.

Tumbado en el sofá a punto de un profundo sueño, noté como me meneaban para despertarme, abrí los ojos y encontré a él licántropo transformado en hombre de nuevo, llevaba los pantalones puestos y en sus manos la camiseta que había dejado sobre la cama, quedé asombrado al ver desde abajo sus absurdamente definidos abdominales y pectorales, su precioso cabello rubio y sus penetrantes ojos azules, sus brazos estaban apoyados en mi pecho y tenía una expresión un de estar avergonzado.

- ¿Qué te pasa chico? ¿No te queda bien la camisa?

Totalmente avergonzado y rojo como un tomate soltó la camisa en mi pecho y se cruzó de brazos.

-No es que no te quepa... no te la sabes poner ¿Verdad? - dije mientras me incorporaba.

Me puse en pie y agarré la camiseta por la parte de abajo.

-Deja sueltos los brazos y yo te la pondré.

El lobo bajó sus brazos y yo le puse la camisa, una vez tenía los brazos metidos por debajo de la ropa, comenzó a sacudirse como si de un preso intentando escapar se tratase.

-Espera, tienes que sacar los brazos por los agujeros de las mangas.

Tomé su mano derecha por debajo de la camisa y la levanté lentamente por su pecho hasta sacarla por la manga, repetí el mismo proceso con la izquierda.

-Y ya está, así es como te pones una camisa.

Parado frente al hombre lobo, cambió su cara de vergüenza a la misma de cabreo de antes, pero esta vez algo en mi me hizo actuar de un modo diferente.

-No hace falta que me demuestres que eres fuerte, estoy aquí para cuidar de ti.

Tras decirle eso, lo estreché entre mis brazos y le acaricié la cabeza, mientras lo hacía, noté un movimiento bastante peculiar en su cintura de un lado a otro, bajé la mirada y vi que, a pesar de haberse convertido en humano, aún conservaba la cola, parecía estar muy contento porque la meneaba con soltura y como loco de un lado a otro.

Desterrados: La Leyenda De RoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora