Cap. 09: La llamada del destino

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Tras un sueño reparador de muchas horas, desperté desorientado en la cama vacía, aún seguía siendo de noche, pero no tenía a Eric a la vista. Me quité las mantas de encima y bajé de la cama, al ponerme en pie pisé el mango de la espada de Atenea y resbalé cayendo al suelo de un modo muy ruidoso.

- ¡¿Roy?! ¡¿Estás bien?!- dijo Atenea abriendo la puerta de golpe.

- ¿Atenea? ¿Qué haces aquí? - le pregunté mientras me ayudaba a levantarme.

-Deméter me ha pedido que venga a ayudarla con vuestro viaje.

- ¿Viaje? ¿No vamos al Olimpo?

-Al Olimpo no se puede entrar si no tienes el poder necesario y allí es el único lugar en el que podemos saber si podemos... bueno... ya sabes.

-Sí, ¿y si destruyo el universo antes?

-Mientras El oráculo siga teniendo visiones el universo seguirá intacto, y la última visión del oráculo es de dentro de treinta años, vas a tener tiempo para hacer tu vida.

- ¡Pero! ¿Puedo volver a Midgard?

-Por ahora no, la ley sigue en pie.

-Pero... ¡Si ya he nacido! ¿Cuál es el problema?

-Los humanos han desarrollado una civilización al margen de nosotros, para ellos solo somos mitos y leyendas.

-Ah... tiene sentido.

Me agaché a recoger mi mandoble y lo cargué en mi espalda, luego agarré la espada de Atenea y se la ofrecí.

-Veo que has estado con Hermes, le pedí que guardara la funda hace eones. - dijo mirándola con nostalgia.

- ¿Sabes dónde está Eric? Estaba dormido conmigo.

- ¿Te refieres al licántropo? le he dado de comer y esta mañana Artemisa lo ha sacado a pasear, se nota que se lleva mejor con ella que conmigo.

- ¿Qué? No pensé ayer en que él sí necesitaría comida...- dije avergonzado. - Pero igualmente no entiendo ¿Cuánto tiempo llevo dormido?

-Casi veinticinco horas, son las ocho de la tarde.

- ¿No entiendo? Juraría que ayer me fui a dormir muy tarde.

-En Asgard los días duran treinta y cuatro horas, y tenemos dos lunas, pero una solo se puede ver desde el otro lado del planeta ya que su movimiento de traslación es paralelo al de rotación de Asgard.

- ¿Y eso?

-Thor le metió un martillazo hace tres mil años y la ralentizó, inundó un treinta por ciento del planeta y Odín le quitó el Mjölnir.

-Vale, no sé decir eso así que lo voy a llamar de ahora en adelante el martillo de Thor. - dije abriendo la puerta de la habitación.

Al otro lado, una figura alta e imponente se erguía esperando a que saliese, una alta y robusta mujer de ojos verdes brillantes y mirada dominante estaba ahí fijándose en mí, su poder era tan asombroso que podía sentirlo atravesar todo mi cuerpo, me estaba examinando. Tras unos segundos de inquietud, se quitó la capucha de su túnica negra dejando al descubierto un liso cabello de color anaranjado con las puntas verdes.

-Hola Roy. - dijo con una voz tan profunda que hizo que cada centímetro de miel de mi cuerpo se pusiese de gallina.

-Ho... Hola- dije con voz temblorosa.

- ¡Deméter deja de asustarlo! - dijo Atenea agarrándome los hombros.

La enorme mujer comenzó a reírse y a golpearme con mucha fuerza en la espalda.

Desterrados: La Leyenda De RoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora