28 Los quiero muertos

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—Así que regresaron después de todo —dijo Jackson mientras fumaba un habano y ponía los pies sobre la imponente mesa de madera en su cómoda oficina.

Quien estaba del otro lado era el comisario del pueblo.

—Cuatro hombres enormes —aclaró—. El idiota de mi subordinado no los arrestó.

—No te preocupes, ahora sé absolutamente todo acerca de ellos.

—¿Cómo lo conseguiste?

—Eso no te incumbe. Lo único que voy a decirte es que tu tonto lacayo tomó la mejor decisión al dejarlos ir, de lo contrario seguramente estarías muerto tú también.

—Hablas de ellos como si fueran asesinos profesionales.

—Lo son.

—Pues no me importa, yo soy la ley. Pediré una orden de detención para los cuatro.

—No es necesario —replicó el hombre—, nosotros nos haremos cargo.

—¿Acaso no me acabas de decir que son asesinos peligrosos? ¿Cómo carajo lidiarás con eso?

—Yo también lo soy, así que estaremos a mano. Mi gente está buscando a los dos chicos. Muy pronto los vamos a desaparecer para siempre y todos felices.

—Uno de ellos dijo que el chico mayor es su hijo.

—Hablaba de Donovan Graham.

—En serio, ¿cómo obtuviste todo eso?

—Digamos que tengo personal eficiente en inteligencia. ¿Sabes lo que tienes allí afuera? A tres asesinos pomposos de un clan poderoso británico y a un exteniente de operaciones especiales de la marina estadounidense. Tienen negocios en todas partes del mundo y nunca los han vinculado con ningún hecho delictivo. Si los arrestas, no tienes nada. Es más, Dominic e Ian Callum son abogados, de los mejores, así que lo más probable es que terminen removiéndote del puesto a ti. No queremos eso, ¿verdad, comisario?

—Perdón la falta de educación, señor Jackson, pero, si esto es así, sus matones no tienen por dónde empezar.

—Descuida, el objetivo primordial son los mocosos. Sin ellos, los Callums no tienen nada, y aquí estoy seguro de que nada me ocurrirá. Tengo cincuenta hombres que me protegen. Con suerte, estos imbéciles se pelearán a muerte con mi gente y todos pasarán al otro mundo. Un final feliz para mí.

—Dios mío...

—Ya, no te hagas el sorprendido, que me conoces —agregó para quitarle tensión a la conversación—. Con las tierras anexadas a mi propiedad podré desarrollar mis actividades sin problema. Dentro de seis meses nadie se acordará de la familia Graham ni tampoco de los Callums. North fue un idiota. Podría haberse quedado con algo de dinero y ahora estaría vivo y con su familia, pero no, debía ser un terco idiota que amaba ese basural.

Los hombres de Jackson llevaban horas de ventaja por sobre los Callums, y si bien todavía no encontraban a los mocosos, era obvio que llegarían antes. Saboreó la victoria en su paladar y dio una nueva pitada al habano.

—Nos vemos, comisario. Un placer hablar contigo, pero debo hacer otras llamadas.

—Jackson, espere...

El hombre cortó la comunicación y decidió marcarle a Holden. Necesitaba saber dónde se había metido. Esperaba que le tuviera buenas noticias.

—Jefe.

—¿Los tienes?

—Todavía no. Es como si se los hubiera tragado la tierra.

—Vas en camioneta, ¿cómo carajo se puede perder de vista a dos mocosos a pie?

JARED - T.C  Libro 3 - Romance gay +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora