Prólogo

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-Mi señor, hemos terminado con alguno de los enemigos.

El sirviente se mantenía de rodillas frente al emperador, este levanto por los aires su espada cortando la cabeza del serviente.

-Un sangano cómo tú no merece servie a la corona.

Dicho esto el emperador comenzó a caminar entre los cuerpos, su espada se arrastraba por los suelos marcando una fina línea en la tierra. Se detuvo a un lado de su fiel amigo y con una sonrisa traviesa hablo.

-Mi fiel amigo, compláceme al escuchar una repuesta digna. -Levanto su espada comenzando a limpiarla- ¿Cuánta sangre a corrido por culpa de espada?

Ambos se mantuvieron callados, la sangre de los hombres olía a kilómetros, el general soltó una risita juguetona resonando en el abasto campo de batalla.

-Ni diez hombres podrían contar dicha asaña.

El emperador sonrió ante tal respuesta, se montó en su caballo, antes de emprender su camino miro a todos.

-Quemen todo, no dejen que nadie recupere los cuerpos de estos traidores.

Dicho esto comenzó a cabalgar, emprendió su camino.

La última decisión (Yoonseok)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora