5. Perdiendo un poco el control

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¿Alguna vez había pensado en el privilegio que es, ser hombre en un mundo lleno de machismo y patriarcado? No, claro que no, porque no solo tenía ese privilegio, también tenía un padre rico y famoso, lo cual le daba otro tipo de estatus.

Estaba en una vieja cafetería sentado frente a Antonia "Toni" Lizárraga, a quien había conocido un año atrás porque entro al programa de intercambio y su familia la acogió. Arthur y ella se volvieron cercanos casi de inmediatos, le enseño toda la ciudad, la llevó a todos lados y la incluyo en sus planes, Toni por su parte le enseño español, le explico las diferentes tradiciones que había dentro de la cultura mexicana y que estas con frecuencia dependían de algún estado en particular.

Ahora no había rastros de aquella chica, su cabello estaba corto hasta los hombros, también se veía seco y maltratado, sus ojos, que antes eran de un bonito color verde, ahora estaban opacos y carentes de esperanza, se veía tan delgada que incluso podía ver la forma de su cráneo, también tenía unas enormes ojeras debajo de sus ojos y una serie de golpes encima de otros. Arthur sintió ganas de vomitar al verla y no porque le diera asco, es decir, sentía asco, pero no por Toni.

—¿Qué haces en Seattle, sir Arthur? —ella pregunto como pudo después de dejar su taza de café en la mesa.

Scott también estaba ahí, se veían tan preocupado como Arthur se sentía.

—¿Qué te ocurrió? —cuestiono Arthur despidiendo con una mano a la mesera cuando vio sus intenciones de acercarse a la mesa.

Toni se tensó agarrando con más fuerza la taza de café, negó con la cabeza.

—Yo pregunté primero, viejo tramposo.

Scott sonrió divertido, Arthur por su parte rodo los ojos. Le llevó casi tres meses descubrir que significaba eso que ella había dicho.

—Estoy visitando a la familia de... ya sabes —hizo una mueca, él no podía dirigirse a esa mujer como su madre en voz alta —. Papá creyó que era buena idea, tu turno.

La mano derecha de Toni voló hasta colocarse en la de Arthur y le dio un apretón en señal de apoyo, ella era la única persona con quien se había desahogado sinceramente, a quien de forma voluntaria le confeso como le dolió que esa señora lo abandonara sin ninguna clase de contemplación, como si él no valiera la pena en lo absoluto.

—No pude volver a casa —ella respondió finalmente mirando de reojo a Scott, que ya la estaba viendo —, las cosas se complicaron un poco.

Frunció el ceño, si eso había ocurrido, ¿por qué ella no le dijo? Toni se quedó callada después de aquello y siguió bebiendo de su café como si no lo hubiera dejado con la duda, entonces le dirigió una mirada de reojo a Scott, era él, ella no quería hablar porque estaba ahí su amigo y no es que se llevaran mal, de hecho, se habían llevado tan bien, que salieron por un tiempo hasta que ella tuvo que regresar. Su amigo pareció entender también la situación ya que le dio unas palmaditas en la espalda y un beso en la frente a la chica después de ponerse de pie, salió del lugar prometiendo llamarlo más tarde para que pudieran verse al día siguiente antes de que tuvieran que partir.

Toni se desparramó contra su lugar agarrándose la cabeza con ambas manos, entonces comenzó a llorar. Él se levantó para ponerse a su lado, la envolvió en sus brazos como pudo dejando que sacará todo lo que traía dentro, sus sollozos se intensificaron, de hecho, se quejó también, como si recién comenzara a darse cuenta de algo. Arthur sintió que el corazón se le rompía.

—Mis hermanas murieron —ella murmuró con la voz ronca después de casi veinte minutos en que se dedico a llorar —, primero secuestraron a mi hermanita, Renata, ¿recuerdas que te hable de ella?

𝐄𝐑𝐎𝐒 ❝Bᴇʟʟᴀ Sᴡᴀɴ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora