Vergüenza

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Shikadai miraba de vez en cuando el reloj pegado en la pared.

Cada vez se acercaba más la hora en la que su familia había acordado presentarse en la cabaña que tenían en el bosque Nara, así celebrarían la visita de los familiares Sabaku No en Konoha.

Él era alguien obsesionado con la puntualidad, por lo que comenzaba a desesperarse al ver a Sarada muy tranquilamente terminando de maquillarse.

¿Ya casi? —preguntó tratando de ocultar su desesperación.

Mi maquillaje requiere tiempo, no molestes Nara

Tú no necesitas maquillaje, te ves linda sin él —sus palabras eran honestas, pero también trataba de que ella no tardara tanto tiempo frente al espejo.

Si me distraes tardaré más, no hables —pero Sarada lo conocía a la perfección, sabía que estaba agonizando por el tiempo.

Era igual de desesperado que un niño, eso era lo que decía ella.

De hecho, a ella también le gustaba llegar puntual, más cuando se trataba de alguna situación en la que esté involucrada la familia de su novio, no le vendría mal sumar algunos puntos con ellos.
Había calculado el tiempo, en menos de 5 minutos ya deberían estar en el auto de Shikadai, lo que daba perfecto el tiempo para llegar hasta el bosque Nara 10 minutos antes de la hora acordada. Todo perfectamente calculado en la mente de la Uchiha.

Solo quedaba un detalle para terminar.

¿Me pasas la bolsa de maquillaje que tengo en mi bolsa ninja? necesito mi labial rojo...

Tienes muchos justo ahí —dijo Shikadai señalando el tocador en donde Sarada se estaba maquillando.

Las cejas fruncidas de Sarada lo hicieron pensar mejor.

Claro, mi amor —Shikadai se levantó de la cama de Sarada donde estaba sentado y caminó hasta donde estaba la bolsa ninja de Sarada.

No fue difícil dar con la bolsa de maquillaje, algo rosa brillante resaltaba entre las armas ninjas.

Se sentó en la cama y rápidamente encontró el labial rojo qué siempre usaba y se lo extendió a Sarada. ¿Pasarle toda la bolsa para que se le ocurriera ponerse otra cosa? no gracias.

Sarada comenzó a pintar sus labios de el rojo que la caracterizaba, Shikadai comenzó a indagar curiosamente por la bolsa.

Maquillaje en polvo, algunos brillos para los labios, un espejo y varias brochas.

Comenzó a imaginar para que servirían las brochas, tenían distintas formas y tamaños, había visto a Sarada usar algunas por lo que no era tan difícil descifrar sus funciones.

Sacó una brocha que nunca la había visto usar. La mayoría tenían el mismo color del mango, como si fueran a juego, excepto esa. Era del largo de sus dedos, por lo que era más corta que las demás, además de que estaba tan limpia que parecía que nunca la había usado, mientras que las demás aun conservaban algunos restos de maquillaje, colores y brillos.

La observó mejor y notó que en el mango había un pequeño botón.
¿Una brocha electrónica? No sabía como funcionaba.

Presionó el botón y la brocha comenzó su función, sus vibraciones eran tan fuertes que producía un característico sonido.

Algo hizo clic en la mente de Shikadai mientras Sarada volteaba con su rostro sonrojado al reconocer ese sonido.

¿Qué haces? —preguntó en un tono totalmente ahogado y alterada— ¡Deja eso! —Sarada se levantó de la silla y trató de arrebatárselo, pero Shikadai había llevado su mano donde tenía esa "brocha" a esconderla detrás de su espalda mientras extendía su otro brazo para que Sarada no se acercara demasiado y se lo quitara.

EMOCIONES || ShikaSaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora