XXI: El mal humor de Zeth

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Los días siguientes pasaron tranquilos en la casona. Mohamed, Samir y Zeth no estuvieron mucho en casa apenas los vientos cesaron, pues habían estado cambiando el techo del Señor Abdul.

Amira y Dalila habían sacado a pasear a Samira por el mercado mostrándole la ciudad del Oasis, que a los ojos de Samira era una ciudad muy bonita, su gente era muy amable y muy activa. Por las tardes había tenido dos encuentros más con Zeth en la biblioteca. No habían conversado mucho, pero a pesar que aun Samira sentía estremecerse por completo sin saber que decir y que el parecía notarlo y dejarla tranquila cuanto antes, ella sentía que podía saludarlo con mas naturalidad, y esperaba ansiosa encontrarlo en alguna de las comidas... Se daba cuenta que no era que Zeth la evitase como había pensado antes, si no que prefería librarla de su presencia y ella tenía ansias de demostrarle que, en realidad, por mas que se ponía muy nerviosa, desea conversar más con él, pero no sabía como decírselo.

Varias noches había tenido aquel sueño en que Zeth la salvaba, se había vuelto un sueño recurrente. Y había notado que algunas noches Zeth también se desvelaba, o a veces al despertar lo veía recostado en el banco del balcón, con sus cabellos al viento y pensativo. A veces con la mirada en el horizonte o mirando el cielo estrellado, otras veces con los ojos cerrados como solo disfrutando del viento en su cara. Pero no se animaba a interrumpirlo, no se animaba a acercarse.

-Buenos días Familia- Saludó Zahid entrando al comedor interrumpiendo el desayuno.

-Buenos días hijo...-

-Traigo noticias... ¿Dónde esta Zeth?-

-Aquí estoy...- dijo desde atrás de su hermano mayor un Zeth con cara de dormido aún.

-¡Vaya! ¿No dormiste bien hermanito? ¿Recién amaneces?...-

- ¿Me lo preguntas o ya lo dedujiste? - le contestó con voz seria y ronca, sentándose en su sitio a la par de Samira, y sirviéndose café bien negro.

Samir rio por lo bajo pero su madre lo hizo callar.

-Jajajaja no sabes dormir en una cama hermano... eres un caso perdido... tal vez debieras acampar en el desierto para conciliar el sueño...- Dijo Zahid con tono de burla.

-Déjame tomar el café en paz y te contesto...- respondió Zeth cortante.

Samira y Samir no pudieron contener una nueva risita.

-Es muy temprano para discusiones. ¿Qué noticias traes Zahid? - dijo Anisa mirando con severidad a Zeth quien no levantaba la vista de su taza.

-Bien, eh recibido respuesta de los ancianos, ellos están encantados con la solicitud de tío Mohamed...-

-¡¡¡Oh eso es muy bueno!!!- Exclamó Anisa.

-También dicen en su carta que como el tiempo ha mejorado, enviarán un corresponsal ellos mismos para tratar el asunto de la boda y entrevistar a los novios. - siguió contando Zahid.

- ¿Entrevistarnos? - preguntó Samira con sorpresa.

-Así es, solo son unas preguntas, es algo rutinario para que ellos den su consentimiento de la boda...No es nada de que preocuparse- Le contesto Anisa amorosamente.

- ¡Esas son muy buenas noticias! - dijo Mohamed.

- Muy buenas tío. Al parecer les ha caído muy bien la posibilidad de repatriarlos. -

- ¡Los dioses te bendigan Zahid! ¡Muchas gracias! - dijo Latifa emocionada.

Mohamed se levantó y abrazó a Zahid.

Zeth los miró y vio la felicidad de todos, luego miro a Samira a su lado quien también estaba sonriente mientras veía dar saltos a su hermano Samir. Se veía contenta por la noticia, y luego ella también volteó a mirarlo y le dedicó una sonrisa muy dulce, el se la respondió con una de sus media sonrisas, más por cortesía que por otra cosa. Aquello seguramente aceleraría los planes para la boda, pero Samira no se veía preocupada por ello y eso le venía bien en ese día. Ya que había tenido pesadillas y prácticamente no había podido dormir bien desde hacía días. Al menos parecía que ella no la estaba pasando mal.

Los hijos del DesiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora