Lullaby

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Hay una luciérnaga suelta esta noche

Mejor atrápala antes de que incendie este lugar

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Los gritos llegaban a sus oídos. Altos, claros, agónicos.

Su madre pedía socorro y él quería acudir en su ayuda, como no pudo hacer años atrás. El titán mantenía la misma siniestra sonrisa en la cara, pero en esa ocasión Eren contaba con unas largas cuchillas con las que poder asesinarlo.

Sin pensárselo dos veces, se dispuso a enfrentarlo, pero su cuerpo permaneció estático. Mientras, el titán comenzó a acercarse a grandes y lentos pasos hacia la casa en ruinas donde yacía atrapado el cuerpo de su madre.

Tan pronto como pensó que la historia volvería a repetirse, Mikasa pasó fugaz por encima de su cabeza. Ella daría muerte al titán. Sin embargo, esa esperanza se esfumó como el humo cuando fue capturada por una de las enormes manos de la criatura.

No podía creerlo. Aquello no podía estar pasando.

Sentía una terrible frustración al no poder hacer nada mientras el titán amenazaba con devorar también a su hermana adoptiva. Y el cuerpo de Mikasa fue aplastado ante sus ojos.

Cientos de pequeñas gotas color carmesí salpicaron en todas direcciones.

El resto ocurrió en una exhalación. Vio correr a Armin y todos sus compañeros, los cuales tuvieron el mismo destino. No siendo suficiente con aquella masacre, el titán dio una zancada en su dirección.

Entonces distinguió la silueta de alguien que se movía a gran velocidad sobre los tejados de las casas. Era Levi, dispuesto a evitar su muerte. A pesar de estar a punto de morir, una pequeña parte de él rezaba para que Levi se alejara. Había presenciado la muerte de Mikasa y sus amigos; la idea de perderlo también a él era aterradora.

"Quédese conmigo, por favor", fue el último de sus pensamientos antes de despertar con la respiración agitada y el cuerpo empapado en sudor. El cruel escenario se evaporó, dando paso al sótano del castillo de la Legión de Reconocimiento. Llevaba casi un mes bajo la custodia del Escuadrón de Operaciones Especiales y aún le obligaban a dormir allí.

Pasaron unos minutos hasta que los latidos de su corazón regresaron a la normalidad y dejara de notar palpitaciones en la sien. Todo había sido, al fin y al cabo, un horrible sueño.

Sus ojos acostumbrados a la oscuridad escrutaron la celda, reparando en que la puerta estaba abierta. Eso sí que era extraño, pues fue Levi quien se encargó de llevarle hasta allí esa noche. Entonces pensó en su extraño comportamiento durante el día.

Nadie había mencionado el tema, pero estaba seguro de que todos se dieron cuenta de que algo raro le pasaba. Era cierto que Eren, en comparación con los demás miembros del escuadrón, sabía muy poco acerca de él debido al escaso tiempo que habían compartido. Aún así, pudo notar que estaba distraído. Incluso llegó a sorprenderle con la mirada perdida y soltando algún que otro suspiro.

Una parte de él sabía que Levi no necesitaba la preocupación de un mocoso, como solía llamarle. Tampoco podía evitarlo, pues tenía la certeza de que esa forma de actuar y el haberse olvidado de cerrar la puerta de su celda se debían al mismo problema.

En su mente se convenció de que ese descuido podía ser una oportunidad para ganarse la confianza del escuadrón. Les demostraría que era de fiar y a lo mejor de esa manera conseguía dormir en una habitación como cualquiera de ellos.

Lullaby | SAGA Lullaby #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora