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Sintió el viento colarse por su amplia polera, caminaba velozmente hacia la clase de fonética y fonología. Recuerdos de la noche anterior llegaron como flashes a su cabeza, las mejillas le hirvieron y les rogaba a los ancestros no encontrarse con ese alfa de grandes ojos y piel besada por el sol.

Aunque si lo pensaba mejor, las probabilidades de encontrarse eran casi nulas, pues el edificio de Arquitectura estaba lejos del de Lenguas... pero a veces parecía que la vida quería darle una patada en las bolas, como en ese momento. — Aquí estás cariño, olvidaste tus bragas en mi habitación. – Lo mataría, claro que lo haría después de que las clases terminaran. Los estudiantes que estaban en el pasillo lo observaron y comenzaron a murmurar, maldito alfa cabeza hueca.

— Apuesto a que son tuyas. – Intentó disimular su ceño fruncido acercándose un poco más al moreno, quedando frente afrente y la sonrisa ladina que le dedicó hizo que las piernas le temblaran.

— En definitiva, no lo son, tú eres el que las usa rosas y con encaje. – Pudo escuchar las carcajadas de sus amigos que esperaban fuera del salón de clases, se equivocó al pensar que MinHo no era de esos lobos que bromeaban, pero tenía que admitir que le gustaba.

— ¿Qué crees que haces? – Tomó el brazo del mayor y lo condujo hasta las escaleras, Min se veía impecable e incluso la mochila negra que colgaba por su hombro se veía genial. Porque vamos, era como un modelo, no sólo eso, deslumbraba a cualquiera.

— Dándote los buenos días, TaeMin. – Rodó los ojos y una sonrisa se le escapó.

— ¡Qué manera de darlos! Debo irme, tengo clase y no me gusta llegar tarde. – Estaba a punto de retirarse, pero el alfa lo detuvo tomando su muñeca, el gesto fue nuevo para el omega, pues ni siquiera su piel había sido magullada, el toque fue gentil y un poco tímido.

— Me gusta que seas puntual, en especial por las noches que me visitas. - ¿Cómo debería interpretar esas palabras? El moreno lo confundía un poco, tal vez mucho y eso lo frustraba, no podía entenderlo, no podía descifrarlo.

— Púdrete alfa.

— Tú igual.

Entró al aula sintiendo las miradas feroces del grupo de omegas que se sienta en frente, enarcó una ceja cuando un beta paso muy cerca de él, lo conocía, habían tenido discusiones meses atrás, eran rivales en clase y a veces un simple debate podía causarles sacar los colmillos.

— ¿Eres amigo de Choi? – Kibum se miró por última vez en el espejo de bolsillo, en los últimos días el mayor usaba bálsamo de fresa y parecía siempre querer salir corriendo cuando se anunciaba el cambio de hora.

— ¿Para qué quieres saber eso? – El rubio se sentó sobre la incómoda silla y sacó sus libros, pero podía sentir la atención de su mejor amigo sobre él.

— Porque ayer quería enseñarte el traje que compré para el evento de intérpretes y no te encontré por ningún lado.

— Salí a comer.

— ¿Pene?

— ¡No!

— Eso es extraño, así que te conviene decírmelo de una vez.

— ¿Qué quieres decir? – Sabía muy bien lo que Kibum decía, pero por alguna razón, el menor no quería contarle sobre su amistad con el moreno, no ahora. Si bien, el de mirada felina era tan astuto como un zorro y no tardaría en darse cuenta de su atracción hacia el alfa.

— ¿Te estás acostando con él?

— No, desafortunadamente.

— Acabo de percibir tristeza, ¿te ha rechazado? – Sí, muchas veces. Pensó el omega, sonrió al darse cuenta de que MinHo parecía no tener ningún interés sexual en él, pero el mayor ya le había explicado la razón. TaeMin respetaba eso, lo hacía, aunque le costara aceptarlo, bueno... le gustaba ponerlo a prueba porque siempre le seguía el juego y no se mostraba incomodo ante su cercanía.

Midnight Sighs - 2MINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora