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El agua tocó la punta de sus pies descalzos, sus latidos eran rápidos y las punzadas en la cabeza le hicieron soltar un suspiro. Ahora recordaba cómo surgió ese terror al agua, a las profundidades.

Entonces pensó en el omega de ojos radiantes y juró que ese hombre lo estaba llevando a lugares en los que jamás llegó a imaginar y le estaba ocasionando un caos.

Un bonito caos.

Pero no dejaba de ser un caos.

Enjuagó la sangre seca sobre sus uñas y caminó de regreso a la habitación del hotel. ¿Desde cuándo TaeMin le parecía lindo? ¿Desde cuándo el rubio comenzó a sonreírle? La sonrisa en el menor era como un aperitivo a medianoche, como una dosis de éxtasis y no sabía cómo explicarse con exactitud.

Lee TaeMin, un lobo al que podría importarle nada la vida de los demás, pero un hombre que se detendría en medio de la carretera para auxiliar a un cachorro hambriento.

Lo observó fijamente, sin miedo a ser atrapado, sin pudor.

Las gotas caían por el rostro del rubio y MinHo por primera vez en su vida sintió algo diferente en el pecho, algo a lo que no le encontraba explicación, algo único que comenzaba a enterrarse en lo más profundo de su ser.

— ¿Te gusto? – La mirada traviesa del omega buscaba encender una chispa en el interior del moreno y eso no pasaba desapercibido por el otro.

— Intento averiguarlo. – Los labios del omega se entreabrieron porque no esperaba esa respuesta, esperaba algo con sarcasmo, una broma, no una mirada fija y una voz seria.

— Alfa, no puedes decirme eso y después actuar como si lo que acabas de decir fuera irrelevante. – Se colocó una polera delgada y secó su cabello sin mirar a MinHo, no quería que el alfa notara sus mejillas coloradas y el temblor de sus manos.

— No le tomes tanta importancia, me gustes o no, no habrá diferencia. – Sí, el moreno era un poco o tal vez muy tonto, pero no lo culpaba. Casi podía imaginar la ideología que tenía el mayor sobre el amor y no esperaba nada romántico o lindo, estaba más que seguro que el moreno no era una persona de relaciones, comenzando por su falta de atracción y ese corazón de hielo.

— Debería dolerme, bueno... duele un poco, pero lo entiendo. Eres diferente y sólo por eso te perdono.

— No te mortifiques por esto, no debes darles tanta importancia a las cosas. – Tal vez no debía, pero lo hacía, aunque no con todos. MinHo le importaba, no era una atracción física solamente, eso le asustaba porque jamás había sentido algo así y todo estaba resultando ser una mierda, una real y potente mierda.

Sí, le gustaba...

Pero ahora era más que atracción.

El moreno se recostó en la cama y entonces el omega se recriminó por ponerlo en peligro. — MinHo, lo lamento. Por mi culpa entraste al mar aún sin saber nadar, arriesgaste tu vida y en la ducha pude meditar las cosas, estoy terminando con tu vida tranquila, con mis estupideces y demás. – Pero el alfa ladeó su cabeza, a decir verdad, no entendía por qué el rubio se culpaba siempre o eso parecía.

— ¿No te cansas de hablar? ¿A caso te he reprochado algo? Estabas en peligro y pude escucharte gritar mi nombre, salí corriendo y lo que menos me importó fue mi estúpido miedo.

— ¿Te importo? – MinHo sonrió y por un momento el mundo entero pareció detenerse.

— Conoces la respuesta.

— Quiero escucharlo.

— Me importas. Ahora, iré a ducharme, cierra la puerta y duerme. – El alfa sacó ropa limpia de su maleta y antes de entrar al baño fue detenido por TaeMin, quien parecía escanearlo con la mirada. Tragó saliva al notar en dónde estaba el enfoque del menor, pero se relajó porque tenía la respuesta para la pregunta que estaba por llegar.

Midnight Sighs - 2MINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora