24-El Despertar

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Abrí los ojos de golpe y grité de dolor, me removí pero algo me detenía. Bajé la mirada y vi como alguien estaba hincado a mi lado y con la punta del dedo quemaba mi herida con una flama. La imagen en sí me causó escalofríos pero el ardor que provocaba el fuego contra mi piel era diez veces peor.

—Listo—dijo el hombre que cicatrizaba mi herida y se puso de pie.

Una mujer se acercó y me envolvió la herida con una planta que de inmediato adormeció la herida, dejando una sensación de frescura apaciguando así el calor que antes había en esa zona. Luego de eso se puso de pie y fue solo hasta ese instante que fui consciente de la presencia de alguien detrás de mí. Mi cabeza estaba reposando en el regazo de Cameron mientras con ambas manos retenía mis muñecas para que no me moviera, las soltó en cuanto la mujer se marchó y me acarició la mejilla.

—Hey ¿estás bien?—preguntó con una sonrisa cálida—No creo poder con otro susto de tu parte, eh, mi pobre corazón no lo resistirá y me dará un ataque.

Solté una risita que provocó que me doliera la herida del vientre. Hice una mueca de dolor.

—Lo siento, mal momento para bromas—agregó rápidamente, reprimiendo una sonrisa.

—Quizás—sonreí.

Se quedó un par de segundos más con su mirada fija en la mía, había algo en ella que no podía descifrar pero no pude prestarle mucha más atención cuando Mackenna se arrodilló a mi lado y me miró con preocupación.

—¿Se encuentra bien?—preguntó.

—Mackenna—murmuré—Lo siento tanto...

Recordé el rostro de su madre al verla, eran idénticas. La mirada de Mackenna se veía triste, no podía ni siquiera imaginar lo difícil que fue para ella observar algo tan cruel.

—Descuida—sonrió dulcemente—Mi madre aún no se ha ido, está conmigo aún.

Observó uno de los árboles, o al menos eso me pareció, sin embargo no podía simplemente estar mirando a un árbol de esa manera.

—Euquoria puede estar en el velo del mundo de los espíritus siempre que Mackenna se lo permita—comentó un hombre detrás de la niña—Es parte de nuestra especie, la muerte es un puente a otro mundo y otra vida, no es un final.—se acercó a nosotros y me extendió su mano—Soy Poloneo, jefe de la guardia real en combate.

Lo observé, era un hombre mayor que tenía el cabello completamente plateado y una vestimenta como de un guerrero de época. Tomé su mano y asentí.

—Así es, no te preocupes Tracy—aseguró la niña—Tampoco deben culparse, sabemos que era cuestión de tiempo que nos volviesen a encontrar.

—¿Ya había sucedido esto alguna vez?—cuestionó Cameron.

—Sí, hace casi veinte años—respondió aquel hombre—Quizás no se enteraron porque ninguno logró salir del bosque con vida, sus armas no suelen ser tan poderosas, solemos cambiar de locación a menudo para que no logren encontrarnos sin embargo esta vez fue diferente—confesó—Aquella vez lograron atravesar el bosque hasta el arroyo sin problema, los animales nos avisaron de su llegada enseguida por lo que pudimos detenerlos antes de que causaran pérdidas graves, esta ocasión los animales no pudieron detectar su olor y no los consideraron una amenaza. Sus armas también fueron diferentes, suelen herirnos pero no son capaces de matarnos, al menos no lo eran.

Los collares. Finalmente eran inhibidores de olor. Es cierto que las armas cambiaron, a pesar de lucir igual aumentaron su alcance y su potencia, y no solo eso, las balas también fueron hechas con otro material. Puede que al final de cuentas sí están haciendo progresos con las investigaciones y no solo están peleando con

La Guerra Eterna© #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora