RULETA RUSA II

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El aire comenzaba a espesarse debido a la tensión circundante mientras las últimas palabras de la vibora aún resonaban en la penumbra

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El aire comenzaba a espesarse debido a la tensión circundante mientras las últimas palabras de la vibora aún resonaban en la penumbra. La luz tenue de las farolas apenas iluminaba los delicados contornos de su rostro, pero sus ojos ardían con una férrea y excitante determinación. Yo, un hábil negociador, sabía que debía mantener la calma y no dejar que su belleza nublara mi buen juicio.

—¡Basta! Déjeme hablar —exclamó, con dientes apretados.

Su voz fue como un cuchillo afilado cortando el silencio, su mirada parecía capaz de atravesarme.

Sentí un escalofrío de placer al ver cómo el rubor teñía sus mejillas producto de la furia. Me limité a sonreír y observar con atención al extraño espécimen de esbelta figura que permanecía inmóvil frente a mi. Aunque era un poco delgada, no pondría objeciones si me permitiera explorar su cuerpo.

—Adelante, soy todo oídos, Chérie  —dije, sin embargo mis ojos se perdieron en la forma de su derrier  en cuánto comencé a rodearla.

La atracción que sentía era innegable, una fuerza magnética que emanaba de su altiva presencia. Sus curvas, sutiles y provocativas, eran como las de una serpiente, invitándome a un juego peligroso pero irresistible.

—He venido a proponerle un nuevo acuerdo. Uno que nos convenga a los dos, por supuesto —señaló, con voz persuasiva interrumpiendo el hilo de mis pensamientos.

—¿Un acuerdo? ¿Entre tú y yo? —Sonreí por dentro al ver como aquellos ojos me perseguían sin tregua. 

—Así es, y... ¿Podría dejar de hacer eso, por favor? —Pidió con impaciencia, señalando mi inspección visual.

—¿Hacer qué? —inquirí, aunque sabía exactamente a qué se refería.

—Rodearme como si fuera una presa. Sé muy bien lo que intenta, pero le aseguro que no conseguirá nada —amenazó con ligereza. Sus ojos eran dagas afiladas clavadas en los míos.

—Entonces habla. Y hazlo rápido, Chér. No tengo tiempo que perder, y menos contigo —No me gustaban los rodeos ni las distracciones innecesarias.

Ella me lanzó una mirada furiosa, pero no se amilanó y sonreí por dentro. La chica era indetenible.

YASHCHIKAYA PANDORY© [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora