CAPITULO 10

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Era viernes por la noche, había aprovechado para escaparme de casa. Ya que mis padres se habían ido a cenar con unos amigos. Cosas de adultos como dice mi madre.

En fin, tuvimos la maravillosa idea Leo, Lia y yo de colarnos en comisaría para robar el historial de Charlie. Si es que somos muy listos. 

- Nos van a descubrir. - dijo Leo entrando por la ventana.

- Pero habrá merecido la pena - contestó Lia.

- Con lo que a Lia le ha costado abrir la ventana merecerá la pena, Leo - bromee.

- Me parto - dijo Lia sarcástica.

Estuvimos buscando en los cajones hasta que dimos en el blanco.

- Aquí está. - avisé.

- De acuerdo, pues nos vamos. - dijo Lia.

- ¿Ves? No nos han pillado. - le dije a Leo vacilante.

-¡Quietos ahí! - gritó un policía.

- ¡Te lo he dicho! - gritó Leo.

Salimos corriendo y nos escondimos hasta que el policia se fue.

Después, volví a casa. Di mil gracias porque mis padres aun no habían vuelto.

Al día siguiente, Hiro llamó por teléfono a Suni porque tenía una crisis. Amorosa encima. Me pregunto, ¿Quién le pide un consejo que amoroso a la persona que le gusta?  Esta chica me sorprende cada día.

- Hola, Suni - saludó.

- Hola, ¿Que ocurre? - preguntó.

- Verás, es que tengo una crisis - empezó - me gusta alguien. Es una chica muy guapa que a veces me pone nerviosa. Es dura de pelar y hace artes marciales.

Al oír lo último, Suni se dijo a ella misma que no era ella. Ella tampoco se consideraba guapa, así que solo se limitó a escuchar mientras que su corazón soltaba un grito ahogado y sus ojos se empezaban a llenar de lágrimas.

- ¿Sigues ahí? - preguntó Hiro.

- Sí, pero me tengo que ir - respondió - tengo que llevar a mi hermana a un sitio.

- Vale, hasta el lunes.

- Adiós.

Suni se tumbó en la cama y empezaron a caer lágrimas por sus mejillas. Nunca se había sentido tan sensible y frágil.

Con Jacob las cosas no iban tan bien.

- Jacob, estás saliendo mucho últimamente - empezó su madre - Tu padre y yo creemos que lo mejor es que vayas del instituto a casa y que solo vayas a los entrenamientos.

- Hasta que tengan a la asesina - terminó su padre.

- ¿Por qué? Hasta ahora no me ha pasado nada - aseguró.

- Lo sabemos, cielo. Pero no es seguro - dijo su padre.

- Vale - dijo enfurruñado.

Con Jacob ahora no contábamos. Le contaríamos todo por mensaje y ya está. A no ser que sus padres cambien de opinión.

No Puedes Confiar En Nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora