—¿Ha habido otra revuelta?
El hombre sentado en el diván al otro lado de la habitación con un periódico sobre sus piernas suspiró, asintiendo con desánimo mientras apartaba su vista de los titulares.
«Tres hombres y una mujer, heridos tras limpieza en la zona rosa de Brooklyn»
—Ha habido otra revuelta. —afirmó el rubio mientras se recostaba en el diván para observar el techo del la sala. Una mancha de agua comenzaba a formarse, seguramente otra cañería se había dañado.
—No es posible —el pelinegro negó mientras cruzaba la sala enfurecido hasta tener el periódico en sus manos—. ¡Limpieza! ¡Esos malnacidos osan llamar limpieza a esos actos de lesa humanidad!, ¿qué somos?, ¿lacra?
—Ellos te responderían que sí de inmediato, Jin.
El hombre resopló, levantando el flequillo de su frente mientras caminaba hacia la encimera de la cocina, que estaba tan sólo a un par de pasos de la sala.
—¿Hasta cuando van a dejar de hacer esto, Nam? —el chico soltó un suspiró, tratando de regular su respiración para calmar el nudo que se había formado en su garganta.
El aludido prefirió callar. No tenía una respuesta para su amigo. La humanidad a veces podía ser una mierda.
Seokjin dirigió su mirada hasta la ventana cristalizada por la reciente nevada, observando la jungla de concreto apreciable desde su apartamento en el cuarto piso de un viejo edificio. Nueva York era una ciudad impresionante. Regularmente ruidosa para sus acostumbrados habitantes y malditamente helada, incluso para los que llevaban una vida entera ahí.
Seokjin, por ejemplo, habiendo crecido en un pequeño departamento del barrio chino, pasando desapercibido por sus ojos almendrados hasta que sus padres decidieron trasladarse a Queens, la peor o la mejor parte del estado, dependiendo de que tanto apreciaras tu vida.
Bueno, al menos Seokjin había salido de ahí hace más de siete años. Sus padres seguramente seguirán viviendo en el apartamento de dos pequeñas habitaciones hasta que el viejo edificio se viniera abajo. Lo último que había sabido de ellos era que no querían tener nada que ver con un desviado como lo era su hijo menor.
Y tal vez Seokjin había disfrutado un poco de más esa desviación.
—¿Vas al club esta noche? —preguntó el rubio mientras se ponía de pie y se quitaba sus gafas de lectura para colocarse las usuales que le hacían ver tan ñoño como se suponía que un profesor de geografía de secundaria debía hacerlo.
Seokjin sonrió, una sensación de euforia de tan sólo pensar en el increíble número que había preparado recorriendo su espina dorsal.
¿Disfrutar de ser un desviando?
Demonios, sí que lo hacía.
•••
Las luces de Purple Reign eran del hermoso color al cual debía su nombre, mezclado con un poco de magenta y verde neón. Una canción de Michael Jackson sonaba desde los parlantes ubicados estratégicamente para dar el perfecto ambiente.
Hogar, dulce hogar, pensó Seokjin.
Ajustó la correa del bolso deportivo sobre su hombro y caminó entre las mesas perfectamente ordenadas. No estaban muy lejos de abrir al público, por lo que no lo le extrañó el hecho de ver a ciertas personas yendo de un lado a otro.
—Mi amor, ¿te gusta la atmósfera? MinMin ha hecho un excelente trabajo con las luces esta noche, ¿eh?
Seokjin asintió, aceptando el abrazo de la preciosa mujer con cabello rojo. —Leah, es perfecto.
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SUPER TROUPER
FanfictionBrooklyn, 1980. Estados Unidos es un país que, a pesar de tener lemas que hablan sobre la libertad y el amor, sigue teniendo una gran parte de población con pensamientos retrógradas y conservadores. A pesar de ello, hay personas que van en contra de...