No one can see us

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Quién diría que ya era el final. Que acababan de dar el último concierto del 2nd Maniac World Tour, una de las experiencias más bonitas que Felix había tenido.

Pasaron por tantos escenarios, tantos fans mirándolos... incluso se había desecho en lágrimas. No podía creer todo el apoyo que habían tenido, que también él estaba teniendo.

Ahora se dirigía con paso lento y entre bostezos a su habitación, en ese cómodo hotel de Atlanta. Al llegar ante la puerta se detuvo, titubeando. Metió una mano en el bolsillo derecho de su pantalón y sacó con lentitud la tarjeta que abría la puerta.

-Hasta mañana -se despidió Han de él.

-Hasta mañana, Felix -dijo Seugmin con un bostezo.

Felix les dirigió una sonrisa al tiempo de la puerta se abría.

-Hasta mañana.

Las cálidas luces lo recibieron en el interior. Felix se sacó los zapatos y, enfundando los pies en unas cómodas pantuflas, se dirigió hacia el armario. Sacó un polo y un pantalón y se dirigió al baño, restregándose los ojos. La fiesta que les habían organizado después del concierto lo había dejado cansado. Había sido un gesto tan bonito...

De pronto sus cachetes adquirieron un color rojizo. Llevó sus dedos a sus labios. Hacía no mucho que unos ojos cafés se habían acercado a su rostro y unos labios se habían posado sobre su boca.

Felix sacudió la cabeza y se echó un poco de agua en el rostro. Era momento de dormir, no de andar pensando en eso. Sabía que no era lo correcto, que si alguien se enteraba de eso... Todo acabaría.

Se secó las manos y salió del baño teniendo cuidado al cerrar la puerta. Llegó a la cama, la abrió y se recostó en ella con suavidad. Era muy grande para él, se sentía muy solitario recostado en ella. Arrugó la nariz y se dio media vuelta, acurrucándose entre las sábanas.





Sabía que no iba a ser capaz de lograrlo, pero aun así lo había intentado. Simplemente era algo que no podía hacer por más que quisiera. No podía dormir allí, no en esa cama ni en esa habitación. No conocía el lugar. Eso lo ponía muy inquieto, tanto que no podía conciliar el sueño. Y le daba miedo.

Se había hecho bolita a un extremo de la cama y llevaba mucho tiempo sin moverse.

Felix le tenía miedo a la soledad del cuarto. Podía escuchar el suave quejido de la calefacción en una esquina mezclado con su respiración. No le gustaba.

Su corazón comenzó a latir con fuerza. Su respiración se agitó más y más. Quería huir de allí. A un lugar seguro, donde no hubiese toda esa soledad. Pero ¿a dónde ir si todos estaban durmiendo?

Un pensamiento cruzó por su cabeza. Le dio las fuerzas suficientes para liberarse de las sábanas, ponerse a toda prisa las pantuflas y agarrar la tarjeta.

Abrió la puerta y sacó la cabeza al pasillo. El silencio que encontró y un espejo al fondo de este lo estremecieron. Cerró los ojos y salió. La puerta se cerró detrás de él con un chasquido.

Rápidamente comenzó a caminar hacia la derecha, lejos del espejo que lo miraba desde el fondo. Pasó una, dos, tres, cuatro puertas. Sentía que alguien lo seguía, sólo quería llegar rápido.

Finalmente se detuvo delante de una puerta. Ésta estaba entreabierta. Apretó sus labios, empujó la puerta con una mano y se metió en la habitación.

Dentro, la única luz era la de una lámpara de pie junto a un cómodo sillón. Alguien se encontraba sentado en este, con los ojos detrás de unos lentes fijos en el libro que tenía entre sus manos. Al percibir que alguien entraba en la habitación, la persona levantó la cabeza.

Los ojos de Hyunjin parpadearon, acostumbrándose a la oscuridad que reinaba en la habitación, lejos de la lámpara.

—Yongbok.

Un momento después, Felix se vio envuelto por los brazos de Hyunjin. La nariz del más alto se escondió en su cuello, inhalando su aroma.

Fue como si le hubieran borrado la memoria. Todas las preocupaciones que no le habían dejado dormir se esfumaron mientras enterraba sus manos en la espalda de este, apretándolo más contra sí. En ese momento solo eran él y Hyunjin.

Pasaron unos instantes en que ninguno dijo nada, porque no era necesario hacerlo, ambos sabían que era lo que necesitaban.

Hyunjin sabía que Felix no podía dormir solo. Y también sabía que este acudiría a él en casos como ese. Lo conocía muy bien, demasiado bien. Por ello era que había dejado la puerta abierta y esperado hasta tan tarde.

Y era por todo eso que Felix lo amaba.

—Hyunjin, la puerta —murmuró el menor.

—Nadie puede vernos, Lixxie, está bien.

Eso bastó para que Felix asintiera y se dejara apachurrar por el mayor.

Él había ido allí a encontrar un lugar seguro donde dormir. Y ningún JYP ni ninguna persona iba a poder separarlo de su novio durante toda esa noche.

~•~•~•~

—Baby.

Como respuesta, algo se removió al lado izquierdo de Han.

—¿Hmm? —respondió una voz con flojera.

—Algo sonó en el pasillo —susurró Han estremeciéndose. Lee Know suspiró y, sin abrir los ojos, se deslizó en la cama hasta quedar más cerca suyo, abrazándolo por la cintura.

—Seguro es un fantasma —dijo despreocupadamente—. Vamos, vuelve a dormir. Es tarde.

Han se dio la vuelta, buscando refugio en el pecho de Lee Know.

—¿Cerraste la puerta con seguro, verdad? —preguntó.

—Mmm.... No —respondió indiferente—. A dormir, jagiya.

Si no hubiera sido porque en ese momento tenía miedo, Han ya habría echado a patadas a Lee Know de su habitación. ¿En qué momento había aparecido allí? No tenía ni la más mínima idea. A veces su novio podía dar miedo. Pero aún así lo quieres, susurró una voz en su cabeza, haciéndole esbozar una pequeña sonrisa, la cual cambió a una expresión de terror cuando otro golpe volvió a oírse en el pasillo.

—¡Juro que mañana voy a matar a quien sea que haya hecho eso! —susurró con rabia.

—A dormir, Hannie —le resondró Lee Know con un bostezo.

—Okay, okay.

Straight KidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora