No hubo necesidad de ver la luz al final del túnel, de ante mano sabíamos que no había luz, lo que quedaba era solo lo que deseábamos ver; la realidad: ni siquiera había túnel. Pero seguimos aferrados a la idea de que todo iba a estar bien, a la idea de que por más oscuro que pareciera el camino, en algún momento la pupila se dilataría y las siluetas que veríamos nos darían tranquilidad.
Ni siquiera conocía que iba a cambiar de repente el tiempo, que la calma se perdería en cuestiones de segundos y que la lluvia inundaría la vida, pero solo una gota me llamó la atención: cayó de primera, sin esperarse, sin previo aviso, sin que nadie pudiera advertir su llegada y al mismo tiempo, su partida. No se despidió del cielo, ni de las nubes, ni de las otras gotas de agua, solo se lanzó y se evaporó en el suelo, junto a las penas que vamos dejando, junto a las cargas que vamos soltando, junto a los problemas que creemos que no tienen solución...
Pero la pregunta es por qué? Por qué esa gota de agua se fue sin avisar? Por qué no esperó que las demás la ayudaran? Por qué se cerró en ella y no fue a otra nube a buscar ayuda? Los "por qué" son muchos, las respuestas escasas, y la gota, la gota ya no está...
Duele ver que la sequía aumenta y que nosotros no buscamos agua en otros lugares; que preferimos pasar sed o morirnos de sed y esa no es la solución. El problema no es tener sed, el problema es creer que nunca encontraremos el agua.
Claudia Paula...