eleven

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Se lo estaban jodiendo. Y era literal.

–No me jodas– gruñó el colombiano al sentir la hábil y rápida lengua de México pasearse por su cuello.

Una vez más se repetía la incómoda situación de estar en un baño público. Solo que esta vez era algo completamente diferente.

Estaban dentro de los edificios de la ONU. Escapándose de forma cobarde de la reunión. Después tendrían tiempo de pensar una excusa.

Cuando Colombia llegó, seguido de Brasil, el mexicano lo llevó directamente hasta los baños de la institución. De ahí acarició sus manos y lo obligó a meterse en un cubículo.

Bueno, al menos este cubículo estaba mucho más limpio. ¡Pero eso no era lo importante!

Fue llevado a la fuerza por su ¿novio? Quien sabe. Su única preocupación era que tenía los testículos en la garganta, la preocupación crecía a cada segundo dentro de él.

Mientras era besado, Colombia tenía su cabeza en otro lado. ¿Qué estaba sucediendo dentro de esa sala de juntas? ¿Estaban hablando de ellos? ¿Lo estaban echando?

Tantas preguntas pero absolutamente ninguna respuesta. No, no podía dejar que el placer se lo llevara una vez más.

Mierda, ¡Solo había pasado medio día sin él!

–No, ahora no– gimoteó entre suspiros mientras que sentía las grandes manos de México recorrer su trasero.

El mexicano quería despejar la mente de Colombia. Besarlo hasta que estuviera tan jodido que solo sería una masa gigantesca de gemidos insaciables.

Mentiría si dijera que no estaba preocupado. De hecho, más preocupado que el colombiano.

Aunque sus dedos estaban palpando los jugosos glúteos del cafetero, sentía que podía oler su impotencia.

El ambiente era caliente, pero difícil. Ambos lo intentaban pero ninguno de los dos quería ceder. México gruñó después de que en diez minutos de besos no pudo lograr una erección.

Dejando los toqueteos de lado, Colombia se apegó al mexicano, apoyando su mejilla en su hombro. Ahogándose entre el olor a colonia barata.

Tenía ganas de llorar, pero las reprimió. El momento era emotivo pero no quería mostrarse débil ante una figura como México.

Quién no dudó en pasar sus manos por su espalda baja y acercarlo. Lo hizo alejarse para besarlo una vez más, aún con esa llama de lujuria, pero más con esa paz y tranquilidad. Colombia pasó sus manos por el cuello de México.

Sabían qué hacer. Los labios del mexicano arrasaban con fuerza, lamiendo y mordiendo sin remordimiento.

Besarse era mucho menos caliente que tener sexo. Pero, besarse era mucho más cercano, lo hacía relajarse y tener una perspectiva alterna de la situación.

Tal vez todo se resolvería.. no lo sabía. Ahora no podía pensar, solo estaba perdido entre los embriagantes labios de Colombia.

Se separaron de golpe cuando alguien golpeó la puerta del cubículo en repetidas ocasiones sintiendo el calor en sus cuerpos bajar con rapidez. Volvieron a pensar con la mente fría.

Ya era demasiado tarde para que alguno de los dos levantara los pies.

–Ya se que están ahí– Colombia suspiró al escuchar el tono de voz. México seguía tenso y un poco enfadado.

Ambos estaban lo suficientemente avergonzados como para no querer decir una palabra.

Venezuela estaba allí con ellos y parecía que no tenía intenciones de irse.

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⏰ Última actualización: May 10, 2023 ⏰

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