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Regresando cerca de una hora al pasado, Thatch tarareaba dando saltitos ocasionales en dirección a la cocina pensado en que debería probar la receta ese mismo día y durante el banquete tener la oportunidad de acercarse al cocinero rubio. Abrió las puertas traseras del comedor aún en su propia burbuja, la cual estalló en ese mismo instante. Sintió un frío recorrer su espalda, con miedo abrió sus ojos solo para encontrar un sin fin de miradas asesinas dirigidas a su persona. Con cuidado se adentro en el cuarto ¿Y ahora qué les pasaba a esos? -Ey ¿Por qué las caras largas? Ya estoy aquí así que anímense. ¡¡¡El rey de la fiesta llegó!!!- Un sepulcral silencio continuó.

Poco a poco se fueron escuchando pasos, los cuales apresuraron el ritmo en un parpadeo -Tengan piedad- murmuró el cocinero atado por completo y en el centro de sus furiosos subordinados

-Nos has dejado todo el trabajo- Se acerca uno con clara furia en sus palabras y en su andar. El resto lo imitan acercándose lentamente

-¡Ahora te encargas tu!- gritan a coro entregando un mandil y un... No podía ser posible, un traje de mayordomo

Thatch palidece en un abrir y cerrar de ojos -Eso arruinaría el banquete ¡Solo piénsenlo! Un solo mayordomo para toda esa gente ¡Es completamente imposible!- Pide piedad al borde de las lágrimas. Los marineros intercambian miradas, los susurros empiezan y el comandante espera impaciente una decisión.

-¿Y si hacemos lo que dijo Marco?- pregunta finalmente uno, desde que escuchó la propuesta había quedado encantado.

-¡Buena idea!

-¡Estoy de acuerdo!

El cuarto comandante da un brinco asustado ¿Por que el nombre de su hermano en esa oración daba tanto miedo? -Ehh... ¿Saben? Es mejor tener solo un camarero, así ustedes podrán disfrutar del banquete tranquilamente- Sonríe lo mejor que puede ocultando su nerviosismo. La frialdad de las miradas que se le dirigieron bastaron para que callara al instante y no diera ni una queja más.

Las puertas del comedor se abren y las aves emprenden vuelo ante el sonido o puede que ya estuviera presintiendo el caos... Tres estómagos gruñen en sincronía y con ellos tres ojos salvajes se lanzan al acecho. Los hermanos han pasado por esto miles de veces, desde pequeños han vencido en la lucha que significa la hora de la comida, antes con los bandidos de la montaña, ahora con sus compañeros, la hora de comer no era un simple juego para ellos, sino la guerra por saciar el hambre en sus cuerpos.

Luffy no tarda en estirar su gomoso brazo hacia el primer trozo de carne que ve perfectamente apoyado en un plato. Ace da un salto por instinto y corre sobre la extremidad para llegar, Sabo lo sigue. El más pequeño no tarda en reaccionar, empuja a todos los marineros a su alrededor y se catapultea sin pensar. Los mayores caen al suelo a falta de base y en un solo parpadeo su hermanito ya se encuentra englutiendo todo a su paso. Rápidamente toman ventaja al resto y comienzan a comer. Marco ríe satisfecho.

La ausencia de comida no tarda en ser percibida por los cocineros que ahora visten de meseros, sonríen por lo bajo y uno a uno entran de nuevo a la cocina para traer el resto. Thatch suspira sentado cómodamente en un banco, no entiende, creyó que sus hermanos se vengarían, pero al final lo estaban dejando descansar. Da un salto y decide comenzar con su importante tarea, preparar más comida en caso de que alguien no quede satisfecho. Lo cual duda mucho que pase, después de todo aún hay una mesa gigante repleta de comida hasta más no poder. ¿O no? Voltea esperando ver la pila de alimento, sin embargo ¡¿Lo único que encuentra es la mitad?! Se talla los ojos incrédulos y su boca cae al suelo dramáticamente -¡¿Pero cómo es posible?!- Esa cantidad debía ser suficiente para todo el banquete, incluso estaba previsto que sobrara

Un grito se escucha a lo lejos, luego otro y en un santiamén todo el comedor está exigiendo otro plato. El cuarto comandante abre la puerta de la cocina lentamente sin estar preparado para lo que vería. El más nuevo emperador se encuentra en el centro con sus brazos gomosos que no paran de robar comida y de alguna manera se las ingenia para pedir más. Ace y Sabo son de los pocos que pueden proteger sus alimentos, sin embargo consumen más de lo que cualquiera pensaría. Thatch traga saliva, creía que Ace era el único que comía de forma sobrehumana en este vasto mar, pero el rubio a su lado lo estaba igualando sin problema, mentalmente evita hablar del menor. En cuanto al resto... Todos estaban furiosos contra el ladrón por lo que tenían una desesperación por comer cuanto fuera posible. De ahí todos los gritos.

El gran trioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora