[ D I A 1 ] PRIMER BESO

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Mexique, tu sais que je t'aime beaucoup, mais je ne suis pas sûr que ça marche encore. [México, sabes que te quiero mucho, pero no estoy seguro de que esto siga funcionando]. Debo pedirte, por favor, que te detengas en este momento y empieces a preocuparte más por ti, y sobre todo, por tu propia seguridad...

México se detuvo un segundo en su labor de firmar, casi compulsivamente, las 100 visas mexicanas que se expedirían por ese día...

Solo 100 para su infortunio.

Debían ser "pocas" para apaciguar las aguas que ya estaban bastante agitadas a su alrededor. Su actitud de reclamo ante la SDN en contra de los movimientos del Pacto Tripartito de Alemania, Italia y Japón, más su apoyo total al lado Republicano en la Guerra Civil Española, lo habían puesto en la mira de tiro del Tercer Reich.

Más no conforme con eso, México también tenía a la terrorífica Gestapo mordiéndole los talones, ya estaban sospechando de él y su labor de mandar a América a cuanto judío, español o cualquier opositor declarado antifascista se le pusiera enfrente, perseguido en las zonas ocupadas por la Alemania Nazi.

Alzó su mirada y le dedico una sonrisa de casi ternura a su querido amigo de habla francesa, o tan lo menos la parte que quedaba de él, ya que ahora era otro. Era la Francia Ocupada, ahora conocido como Francia de Vichy.

—¿Ya tienes los papeles para el arrendamiento del Castillo de Montgrand? Ya compré todo lo necesario para su funcionamiento y quiero que hoy mismo podamos entrar y hacer las adecuaciones necesarias para dar asilo a cerca de 500 mujeres y niños.— preguntó de forma amable.

—¡¿Acaso no me escuchaste?!— Reclamó Francia cambiando rápidamente de la preocupación al enojo— ¡Te estoy diciendo que pares ya con ésto!

—Si, Francia. Te escuché fuerte y claro— México sonrió aún más —. Pero decidí ignorarte.

Pour l'amour du ciel! [¡Por Dios Santo!]— Francia, exasperado, azotó su portafolio en el escritorio de México y, refunfuñando quien sabe que cosas en francés, sacó un folder y un manojo de viejas llaves — Voici votre stupide Castle! [¡Aquí está tu estúpido Castillo!].

Merci beaucoup, France. Tu es le meilleur [Muchas gracias, Francia. Eres el mejor].— Contestó el del escudo de águila complacido. Y siguió firmando las visas tan plácidamente como estaba hasta hace un momento, como si nada hubiera pasado.

Francia soltó un fuerte suspiro y se rasco el cabello para sacar su frustración.

¿En serio era el único consiente del inminente peligro? ¿Acaso a México se le había zafado un tornillo o solamente le encantaba jugar metiéndose, el solito, a la boca del lobo? ¿Acaso se calló de chiquito y por eso actuaba tan estúpido?

Trató de controlar su malhumorado carácter y solo se sentó en uno de los sillones individuales, enfrente del escritorio del mexicano.

— México... No me ignores — pidió ahora con voz suave. Las manos le temblaron un poco— . Estoy preocupado... muy preocupado... por ti, por mí... por todo esto... yo...y-yo, yo no quiero romper relaciones contigo, pero ahora no depende de mí... Si sigues por este mismo camino va a llegar un momento donde Alemania te atrapará. ¿y a quien crees que mandará por tu cabeza? Yo no soy, ni quiero, ser tu enemigo.

Su voz se entrecortaba entre cada palabra, hasta que al final, el nudo en su garganta se hizo tan doloroso que le costaba respirar.

—Francia...— México, al ver que el europeo perdía el control de sus emociones, se levantó rápidamente de su asiento, bordeo el escritorio, y se hincó para abrazar a su amigo que ya estaba casi al borde del llanto—... Ven aquí. Tranquilo, yo estoy contigo y siempre lo estaré. Tú nunca volverás a ser mi enemigo. Lo prometimos.— Lo comenzó a consolar.

EL JILGUERO DEL BOSQUE    T H I R D M E X    W E E K    2 0 2 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora