Capítulo 1

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El sonido del agua caer hacia el vacío era perceptible a sus espaldas. El olor a sal y pino inundó su nariz. El resplandor del sol de verano besó su piel morena. La tenue brisa matutina revolvió sus rizos castaños. El joven cambia formas movió sus pequeñas orejas gatunas desorientado por el ambiente extraño en el que se encontraba.

La sala de reuniones era amplia y bien iluminada. Enormes sillas y sofás estaban alineados alrededor de una mesa de cristal. Los adornos eran caros a simple vista, tenían detalles en oro en cada grabado de un jarrón o en el marco de uno de los abstractos cuadros colgados en las paredes azul verdosas. Apo miró hacia el ventanal desde el sofá, las vistas eran hermosas en el reino de los Romsaithong.

De todas formas era algo bueno que a pesar de estar muy alejado de su hogar y ser de otra especie, todo el personal lo tratara tan afablemente y le resultara agradable el lugar.

La puerta se abrió de golpe y un hombre alto y robusto apareció frente a él. Era un lobo, Apo se percató al olerlo cuidadosamente. Este lo miró con ojos cautelosos y grises. Apo sabía que lo estaba evaluando, aunque discretamente y él se permitió hacer lo mismo. Alzó un poco la barbilla,el tipo medía casi dos cabezas más que él y observó con inocente curiosidad las orejas blancas y puntiagudas de la persona frente a él.

Tenía cejas pobladas, ojos pequeños y labios finos. Era guapo de una forma intimidante y viril, con un cuerpo dos veces más grande y musculoso que el suyo, de eso no había duda y este hecho provocó algo en Apo. Sus  manos eran grandes y venosas, perfectamente capaces de estrangularlo sin ningún esfuerzo; sus piernas eran largas y delgadas pero Apo las envidió, poseían un porte y una elegancia envidiable.

Sus ojos verdes chocaron por fin con los grises y un rubor tiñó sus mejillas. Él no pensaba haber sido muy obvio en su observación al hombre, sería extremadamente vergonzoso dar una mala impresión a alguien a quien acababa de conocer.

—Perdón por hacerte esperar Apo—el lobo habló con voz suave y rasposa, como si fuera un susurro y temiera asustarlo si alzaba el tono—

—Está bien, llegué hace poco alteza—Apo se puso de pie e hizo una leve reverencia—usted debe ser PhakPhum—el más alto asintió—entonces...¿ eso es todo?,¿ así es como lo haremos?—

El pelinegro resopló medio frustrado, realmente él no quería casarse con un niño, mucho menos con uno tan malditamente bonito. Los afilados ojos verde esmeralda lo miraban expectante. Sus pequeños y rosados labios estaban fruncidos en una mueca y aún así el menor lucía refrescante y juvenil.

Dadas las circunstancias, este matrimonio era necesario, había una nación entera en juego si no unían fuerzas. La guerra amenazaba con reanudarse 50 años después de haber arrasado con la mitad de la población de Lottus. Los Wattanagittiphat eran los segundos monarcas más influyentes del oriente, y por supuesto, los Romsaithong no podían permitirse desechar la asociación con los cambia formas felinos.

En realidad, antes de ir al encuentro del príncipe Apo, Mile había hecho una pequeña investigación sobre él. En la sociedad en la que vivían las apariencias lo eran todo, y claro está, el poder; no iba a ser tan tonto como para casarse a ciegas con alguien que quizás no tuviera las mismas intenciones que su reino.

Apo era el mediano de tres hermanos, el más alocado y el más libertino.  Siempre estaba rodeado de hombres y mujeres dispuestos a hacer cualquier cosa por él con solo una bonita sonrisa de su parte, pero también era el más bondadoso, el más sensible y el más amado por su buen corazón. No había persona en su reino que no hablara maravillas del príncipe de las montañas. Ayudaba a todo aquel que tocara su puerta y se quitaba todo lo que tenía para donar a la caridad o al templo budista de Romthan.

Catarsis//MileApo +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora