—Te amo. —Dice en un susurro y le sonríe al separarse, siendo esto suficiente para que el hombre se emocione de nuevo.
—¿Estás lista para la siguiente ronda?.
Willow se ríe y le ayuda a quitar sus prendas de Mortis quedando en la misma desnudez y entonces disfruta de su pareja unas cuantas veces más. Lo hacen hasta que sus cuerpos fallan y hasta que el cansancio los envuelve en una siesta ligera.
La peliazabache no despierta hasta unas horas más tarde, cuando la madrugada ya ha llegado y la vela se ha consumido en su propio calor. A su lado, se encuentra su amante de hermoso cabello fucsia, a quien ya ha visto incontables veces.
Su mano se desliza hacia el cabello de su amante, acariciándolo suavemente, y este reacciona levantando las orejas.
—Hola, perrito~ —le sonríe Willow mientras Mortis la mira enfurecido.
—No soy un perro. —gruñe Mortis mientras se acomoda en la cama y se cubre con las sábanas hasta la cabeza.
—Pero pareces uno cuando levantas tus orejas. ¡Justo como ahora!. —bromea Willow, rodeándolo con un abrazo por encima de las cobijas. Mortis le invita a unirse a él en ese pequeño refugio.
—¿Cómo te sientes?. —pregunta Mortis mientras ella se acurruca encima de su cuerpo. Sus dedos viajan por la piel joven hasta las mordidas y heridas de sus garras—. ¿Muy brusco?
—Me gusta que seas así. —susurra Willow mientras besa su mandíbula. Mortis emite un sonido de satisfacción. Aww, ¿quién es un buen chico?. —le despeina el cabello antes de seguir repartiendo besos en su rostro, y el mayor simplemente la deja hacer.
Solo porque es Willow y no le puede negar algo.
—Yo, definitivamente. Sigo siendo un asesino a sangre fría. —dice Mortis mientras sus manos y dientes han tomado vidas antes, lejos de ser considerado bueno—. Y creo que tú tampoco.
—¡Yo sí me porto bien!. —exclama Willow mientras muerde su cuello en tono de reclamo. Mortis amaga una sonrisa burlona.
—Alguien que se porta bien no recrea una versión más explícita del cuento de Caperucita Roja. —afirma Mortis.
—Oye...
—No engaña a su hermana para que se vaya de pijamada con su novio mientras permite que el monstruo entre a su casa y se acueste con él.
—Hmp, dicho así tiene algo de sentido. —admite Willow.
Mortis dando una vuelta en la cama y quedando encima de ella. —¿Debería preocuparme por lo rápido que caíste en mi manipulación en el bosque?.
—¡Hey! En mi defensa, te veías muy apuesto. El negro definitivamente es tu color. —responde Willow con una sonrisa coqueta mientras le da un beso esquimal. Sus manos se deslizan por la firme espalda de su compañero, donde todavía hay rasguños frescos.
—Lamento haberte golpeado, pero en serio parecías un maldito pervertido. —se burla Willow.
Mortis suspira recordando la bofetada que recibió con la linterna. No puede negar que le dolió, pero tenía que mantener su personaje. Sin embargo, al final se vengó.
—¡Estaba lastimada y además hacía mucho frío como para hacerme la difícil!.
—Debiste decírmelo para acelerar las cosas y hacerme caso cuando te dije que te pusieras algo más abrigador. —suspira Mortis, negando con la cabeza—. No eres inmune a los resfriados o las neumonías.
—¿Otra vez presumiendo de ser un vampiro?.
—Podría haberte pasado algo peor, te lastimaste con una roca.
—¡—¡Pero al final fue divertido! ¿No lo hice bien interpretando el papel de chica inocente en peligro?. —Willow se coloca el dorso de su mano en la frente y pone una expresión dramática—. ¡Oh, por favor! ¡No me bebas la sangre, señor vampiro!
—Eso sonó terrible. —dice Mortis, riendo ruidosamente—. Antes no lo hiciste mal, simplemente no encaja ese papel con tu personalidad... Eres la mujer más atrevida que conozco.
—Soy la única para ti, Mortis. —afirma Willow, sabiendo muy bien que se enfadaría mucho si tuviera que compartirlo y se entristecería si él la abandonara—. ¿Verdad?.
—Nadie puede ocupar tu lugar, niña. —responde Mortis, no le molestan los celos, su propia naturaleza es tan posesiva que incluso ha dejado una marca permanente en el hombro de Willow, al igual que cuando tiene el deseo de alimentarse—. Eres mi pareja de por vida, hasta que me muera.
—Algo que no sucederá, los vampiros no envejecen, ¡es injusto!.
—O me maten los pobladores. —susurra. Willow al escuchar sus palabras, abrazándolo fuertemente y acariciando su nuca con delicadeza.
—No permitiré que te hagan daño. —responde Mortis, asintiendo mientras se recuesta sobre ella, asegurándose de no aplastarla y transmitiendo calor a su cuerpo.
—Los vampiros son muy fríos... Por cierto, Edgar dijo que te dispararía si vuelves a robar sus objetivos... Fue gracioso verlo enojado al principio, pero no quiero que te lastime, tiene una puntería increíble. —comenta Willow mientras las yemas de sus dedos trazan una vieja cicatriz de bala en el brazo de Mortis. Odiaba la idea de ver otra cicatriz causada por los pobladores o incluso por su cuñado.
—Entendido, no le robaré las presas a la pareja de tu "hermana". —afirma Mortis.
—¿Y....?
—A los otros pobladores.
—Y qué hay de Dynamike?.
Mortis coloca su palma en el pómulo dañado de Willow, quien acaricia su rostro como si fuera un perro en busca de caricias. En ese momento, parece más un perro que un vampiro de sangre fría.
—Y aquí estás, demostrando una vez más que eres un perro. —se burla Willow, disfrutando de molestar a Mortis.
Mortis no puede evitar sentir cierta molestia cuando Willow lo trata como un animal. Él es un vampiro respetado, temido por todos los pobladores que no se atreven a cruzarse en su camino. Sin embargo, esta niña no lo hace, además de su sobrina, junto con Frank, parecen no tenerle miedo.
Pero lo que Willow no espera es que Mortis decida jugar un rato más con ella.
A diferencia de ahora, su primer encuentro no había sido muy bueno o adecuado dado algunas circunstancias...
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Caperucita y un... ¿Vampiro?
RomanceWillow, una valiente adolescente, se aventura en el oscuro bosque, ajena al hecho de que un depredador la ha fijado como su presa.