Parte única.

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Los dedos largos de Hyunjin se ajustaban al largo del pincel que sostenía en ese momento. Las cerdas del mismo paseándose suavemente sobre la tela del lienzo; con colores muy bonitos, la pintura de aquel bello paisaje empezaba a cobrar vida. ¿Cómo se supone que lo supiera si nunca me lo dijo?

—Felix—llamó mi nombre con tal suavidad que siempre hacía que mi corazón se derritiera—, ¿qué te parece? ¿Se ve bien?

Analice cada detalle de la pintura, aún no estaba completa, eso lo sabía yo, pero siempre me preguntaba cuando estaba casi lista, nunca entendí bien por qué, lo que él piense es más importante, pero jamás se lo dije, siempre le dije lo que yo pensaba.

—Está muy linda, se ve muy colorido, me gusta—respondí, acercándome a él y poniendo mis manos en sus hombros, deje un beso en su mejilla—. Creo que deberías poner un árbol, justo ahí.

Hable de nuevo, apuntando a un lugar en la pintura y Hyunjin asintió, volteando para dejar un pequeño beso en mis labios, le sonreí y acaricié su cabello, antes de volver a mi lugar y seguir con lo mío.

¿Cómo se supone que sería capaz de saber lo que pasaría si jamás dio señales de que aquello podría pasar?

Ese mismo día Hyunjin recibió una llamada y simplemente dijo que "iría inmediatamente". No me dio ni siquiera tiempo a preguntarle qué había pasado o quién era aquella persona que le había llamado. Simplemente dejo un beso rápidamente en mi sien y salió casi corriendo tomando su abrigo.

No lo volví a ver el resto del día ni a recibir ni una sola señal de su parte. Y ahí fue donde comencé a preocuparme, ¿por qué repentinamente no contestaba mis mensajes ni mis llamadas? No me dejaba escuchar su voz ni saber qué había pasado.

A la mañana siguiente solo recibí un mensaje de él diciendo que no debía preocuparme de más, que todo estaba bien, pero no podía pensar así cuando no me había dicho nada, cuando ni siquiera me estaba diciendo que había pasado y si en serio podía estar más tranquilo; simplemente, no podía.

No podía ver a Hyunjin, no me dejó verlo ni una sola vez, no me dijo donde estaba. Fui a su casa muchas veces, pero nunca estaba nadie más que su madre y ella tampoco decía ni una sola palabra, solo que Hyunjin no se encontraba en casa en ese momento y que seguramente tardaría mucho en volver. Aquello me preocupó mucho más, la señora Hwang nunca volvió a invitarme a tomar el té con ella.

Después de esa larga semana de seguir intentando hallarlo en su casa, en el estudio, en el parque, es su café favorito, recibí una llamada. La señora Hwang me volvió a hablar después de un tiempo y lo primero que escuche fueron sus fuertes sollozos pidiéndome disculpas por nunca decirme nada. Y prontamente me encontraba corriendo por las calles de Seúl en busca de un Taxi o que llegará pronto al hospital, lo que pasará primero.

Para mi suerte, encontré un taxi y las calles no estaban muy transitadas ese día. Subí al auto e indiqué la dirección, el hombre condujo hacia el lugar, mientras yo me comía las uñas de los nervios y cada vez me sentía más aplastado por lo mismo.

En cuanto llegamos, ni bien había parado el taxi, cuando ya estaba pagando y bajando del taxi, diciéndole que se quedará con el cambio. Corrí hacia la entrada y en cuanto entré al lugar, vi a muchas personas, pero por ningún lado podía ver a los padres de Hyunjin. Me acerqué a la recepcionista quien se negó muchas veces a darme el número de habitación y piso en los que estaba Hyunjin.

—Felix—la voz femenina de la madre de Hyunjin llamó mi atención, camine rápido hacia ella y la abrace con fuerza—. Lamento tanto no habértelo dicho, cariño.

Sus sollozos eran tan fuertes, su cuerpo temblando por el hipo que le daba el llorar, por la impotencia. Hyunjin tenía una enfermedad terminal y tristemente no era de esos casos que se pueden salvar.

La señora me guío al cuarto de Hyunjin mientras mis lágrimas empezaban a asomarse más y más por mis ojos, como si fuera lo único que pudiera hacer, y en ese momento, seguro que era así. Abrió la puerta y pude ver el deterioro de Hyunjin.

Se veía muy cansado, delgado, pálido, mal. En cuanto me vio entrar sonrió como siempre lo hacía, con calidez, amor y cariño, me acerqué a él y lo abracé suavemente, con miedo a que algo pudiera pasarle. Su sonrisa no se borró, tomó mi rostro en sus manos y dio un beso en mi frente.

—¿Cómo pudiste no decírmelo?—me quejé con él y simplemente negó.

—Quería tener una relación normal y que no te fueras a preocupar como ahora—dijo, tan simple, como si eso mejorará las cosas.

Cerré mis ojos con fuerza y bajé la cabeza hacia su regazo, recargándome ahí, no queriendo moverme más hasta que sentí sus dedos enredarse suavemente entre de mi cabello, seguía sonriendo tan cálidamente.

—Estoy bien, Lixie—me aseguró y yo negué—. Esto iba a pasar algún día y tú me diste mis mejores momentos.

Lloré más, ahora no silenciosamente, no podía dejarlo ir, no quería, pero tuve que. Nos obligaron a salir de ahí cuando tuvieron que ayudar a Hyunjin a limpiarse, al parecer ya ni siquiera tenía fuerzas para eso. Cuando volvimos a entrar, Hyunjin se veía igual.

Tome su mano y dejé un suave beso en ella, con eso, vi como Hyunjin cerraba los ojos y soltaba un suspiro pesado, la máquina que medía sus latidos se iba volviendo más lenta, su mano enfriándose, no sabía qué tan rápido el calor dejaba a un cuerpo hasta ese momento. Los padres de Hyunjin, al igual que yo, lloraban.

—Descansa—le dije—, te veré en otra vida.

Why'd I had to let you go?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora