XXIII: El paseo

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Zeth despertó temprano, el día comenzaba aclarar. Se sentía descansado, pero con el deseo de seguir soñando tan a gusto, sin embargo, no quería aventurarse por si sus pesadillas hacían acto de presencia. Salió al balcón para disfrutar del aire fresco antes que el sol comenzara a tomar fuerza. Se asomó un poco por la puerta de Samira, pero parecía seguir durmiendo, por lo que se fue a cambiar de ropa, se puso una de sus camisas cruzadas negra los dos pañuelos que Samira había lavado con lavanda, olían muy bien. Y luego salió a preparar la montura de su caballo a los establos.

Samira despertó también ansiosa, se cambió lo mas rápido que pudo, y se puso buena cantidad de ungüento en sus heridas que ya estaban mucho mejor y cambió sus vendas. Luego acomodó su pelo y se puso un hiyab turquesa y bordados en tonos azules como velo. Tomó un bolso y salió rumbo al comedor.

-¡Buenos días niña! ¿Se cayeron de la cama hoy? - pregunto califa al verla.

-Algo así...- respondió ella.

-¡Oh! ¡Hoy se van a las montañas! ¡Con razón! Zeth esta ensillando su caballo. Se lo ve muy descansado. Tenias razón con esas hojitas de tilo. - le guiño un ojo.

-¿En serio? ¡Que bueno! Pero ahora necesito un favor... Había pensado llevar algunos bocadillos para comer, no sé cuánto tardaremos en volver, pero...-

-Oh Califa lo ha calculado todo ayer, ven conmigo a la cocina. Les guarde un poco de las bolitas de hojaldre. No dejen que los muchachos se coman todo. Y unos panes rellenos. -

-¡¡¡Eres la mejor!!! ¡Ah! Necesitaré también unas manzanas...-

-Jajajaja ya veo que te pasaron una lista muy detallada... Si si, hay manzanas también. ¿Cuatro estarán bien? -

-Mnmn una más...-

-De acuerdo...-

Prepararon todo y lo envolvieron bien.

-Muchas Gracias Califa...-

-Disfruten mucho mi niña...-

Y Califa salió por la puerta de la cocina por detrás de Samira para despedirlos.

-Esta listo, señor, dos bolsas de agua como pidió- le dijo Murat a Zeth mientras sacaba a Layl del establo con su montura lista.

-Gracias Murat- y Zeth salió detrás de ellos y montó a su caballo negro, luego se dirigió hacia la casa. En el camino vio salir a Samira con Califa de la cocina. El se quedó mirando a Samira, se veía muy contenta aquella mañana.

- ¿Esta lista señorita? - Le preguntó Murat acercándose a ellas corriendo través del patio.

- ¡Buenos días Murat! Si, estoy lista... ¿No vino Amin y su esposa aún? -

-Los encontraremos cerca de aquí...- se acercó Zeth montado a su caballo.

-Buenos días Zeth.- le dijo ella tímidamente.

-Buenos días...- contestó él algo serio.

-Samira lleva unos bocadillos para el almuerzo y desayuno...- dijo Califa

-Excelente.- dijo Zeth con media sonrisa.

-Bien la ayudaré a subir... pise la bota del señor y deme la mano. - le explicó Murat

Zeth puso el caballo de lado y asintió con la cabeza cuando Samira lo miró para apoyarse en su bota como Murat le indicaba y él tomó su mano libre para jalarla a subir.

- ¡Listo! - exclamó Murat cuando Samira se acomodó detrás de Zeth.

A Samira la invadió el perfume de Zeth, y sintió como se le erizaba la piel con su contacto.

Los hijos del DesiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora