Capítulo 1.

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Hubiera sido una tarde normal, común y corriente como todas las demás. Una donde volvería a su hogar y nadie lo recibiría.

Una donde nuevamente había aprovechado el día en vez de ir al colegio, ¿para qué? Personas como él no tienen futuro alguno, abandonados a su suerte.

Apenas recibía dinero del Estado para mantenerse y simplemente porque necesitaba de eso asistía dos o tres veces a aquella institución donde alumnos como maestros no hacían más que mirarlo con esos ojos fríos y despectivos.

¿Qué culpa tenía él que sus padres hayan muerto? Al menos eso le dijeron, pero él ni siquiera recordaba eso.

Vagaba en sus pensamientos, la noche ya se había asomado y el día ya se había ido. Normalmente estaría recorriendo toda la ciudad en busca de algo divertido que hacer, pero hoy no estaba de ánimos.

Ni siquiera pelear contra maleantes en callejones le alegraría ahora. Nuevamente la soledad le había inundado.

Cerró el cierre de su chamarra negra pues el frío se sentía llegar, sus cabellos rubios y los tres bigotes en su mejilla se agitaban por el gélido viento.

Miró aquel parque unos segundos y comenzó a caminar, tenía que pasar por ahí para llegar a su miserable hogar después de todo.

Miró uno de los basureros del lugar, bastante cerca de unos arbustos y arrojó una botella de Coca-Cola la cual había terminado de beber.

Fue ahí que lo vio, sus ojos zafiros chocaron directamente a unos orbes avellanas sin vida, parecía inclusive carentes de alma, similares a los suyos en algun aspecto, pero muy diferentes a la vez.

Ropa no tenía, lo único que cubría su cuerpo bajo esta noche fría era una camisa blanca en la cual rápidamente notó unas manchas rojas en ella.

Preocupación, eso sintió entonces. Incluso cuando esa persona, esa bella mujer de cabellos castaños cortos lo miraba con desconfianza no pudo evitar sentir preocupación.

Su cuerpo se movió por su cuenta acercándose a esa persona que simplemente lo miraba analítica.

-O...oye, ¿estás bien? ¿ocurrió algo? -preguntó con genuina preocupación ya estando casi al frente de la muchacha.

Ella bajó su mirada al pasto y no respondió, solo soltó un suspiro apático.

-Podrias llamar a la policía si es lo que necesitas -mencionó nuevamente el rubio mientras sacaba su teléfono de su bolsillo.

Ante eso la mujer por fin reaccionó levantando su vista al chico entrecerrando sus ojos.

- No -como un susurro mencionó y fue allí que por fin lo vio.

Una marca en la frente, un ave rojizo con el símbolo ying yang abajo impresos en su piel además de otros detalles los cuales no pudo seguir viendo por los cabellos castaños de la misma.

Ella pareció notar el interés del chico por lo cual desvío su rostro con vergüenza.

-Es un buen tatuaje, digo, a mí no me gustan esas cosas pero está bien -habló el chico rascando su mejilla e intentando animar a la chica y notó su fracaso estrepitoso cuando ella cerró sus ojos.

Suspiró resignado, no le daría más vueltas al asunto. Con tranquilidad comenzó a sacarse su abrigo negro y posteriormente se lo extendió a la mujer.

-¿Huh? -un gemido de confusión salió de la castaña que se quedó viendo el objeto unos segundos que se sintieron eternos para el chico.

-¿Y bien? Tómalo de una vez, e... estás casi desnuda y hace frío -habló desviando si mirada con un pequeño rubor- Podrías enfermarte.

Bajo las aves del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora