Capítulo 3.- Espionaje.

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El traqueteo del coche en el que iba Evangeline la mantenía despierta por las calles de Birmingham. El silencio que reinaba en el vehículo solo se veía interrumpido por el ruido de las ruedas del automóvil en aquella calle tan mal asfaltada. La pelinegra miraba hacia el bullicio que caracterizaba la ciudad en aquella hora.

Al otro lado, recibía el olor a tabaco que desprendía el cigarro de Thomas Shelby. Iba en silencio, sin mediar palabra con ella. No era la primera vez ya que iban juntos en el automóvil. Durante el mes que llevaba ya trabajando para la familia, todos los hermanos, incluida Ada Shelby, con la que había congeniado bastante bien y la tía Polly, como ellos la llamaban, la habían acompañado de su casa al trabajo y viceversa. Y Thomas Shelby era quien normalmente la acompañaba del trabajo a su casa, sin mediar palabra con ella.

Eso la ponía nerviosa y a la vez le permitía pensar.

Su jefe le ponía los nervios de punta. No en el mal sentido. Evangeline se quedaba prendada de cada palabra que decía él. No daba muestras de ello. Prefería no hacerlo. Sin embargo, cada roce de sus manos cuando ella estaba en su despacho tomando notas o cada vez que salía de allí y la dejaba sola, era un punzada directa en su estómago por los nervios cada vez que estaba cerca.

Sin embargo, no se podía permitir el lujo de estar con alguien como él. Primero debía de sacar a su familia de la miseria en la que por desgracia estaban. Y durante ese mes que había trabajado, con su primer sueldo, había podido pagar a alguien para que viniera a arreglar los desperfectos del techo de la habitación de sus padres y la suya. Lo poco que había sobrado, había sido para algunos medicamentos que permitían a su padre al menos incorporarse en la cama.

Así que mantenía las distancias con Thomas Shelby, por su bien. Y por el de él. Si en ese momento lo relacionaran con ella, Logan no dudaría en acabar con él si fuera necesario. Aunque eso le acarrearía problemas en Birmingham, la pelinegra sabía el alcance de los celos de su acosador. Y no podía meter a aquella familia que la había ayudado en aquel problema.

Pero en ese momento se estaba metiendo directamente en la boca del lobo.

Ambos individuos se encontraban de camino a la oficina del ex jefe de ella. Ewan Smith. El topo que había intentado tumbar los planes de los Shelby y que Evangeline había salvado, estaba ligado a este hombre. Y a la joven no le extrañaba. Smith era de la peor calaña, tanto que utilizaría esas artimañas para ganarse a todos aquellos que estuvieran relacionados con sus contrincantes. Y la familia de Thomas era una de las primeras de su lista desde que ella trabajaba con él.

El coche paró justamente detrás de la oficina de Smith y Evangeline miró su reloj. Le faltarían apenas diez minutos para que tanto él como sus acompañantes salieran en dirección a una casa donde se dedicaban a apostar, beber y rodearse de chicas de... compañía. Recordaba aquellos días en los que apenas veía a su jefe por estar en aquellos lugares y ella estaba haciendo todo el trabajo en la oficina.

-¿Estás segura de qué saldrán?

-Sí. Hoy es el día de las apuestas en la casa de Cedric. Nunca se las pierde.

La joven pelinegra miraba hacia la ventana de lo que era su anterior lugar de trabajo. Sabía que cuando se fueran, Ewan echaría las cortinas, dejando aquel lugar en penumbras. Esa sería su señal de que han salido. Mientras ella observaba, seguía notando el olor a tabaco a su lado y como su mirada se clavaba en su coronilla, algo que provocó un escalofrío en su cuello y que su piel se pusiera de gallina.

Antes de lo que se dieron cuenta, las cortinas del piso superior se cerraron y solo tuvieron que esperar unos minutos para ver salir a aquel hombre pelirrojo con el brazo por encima de los hombros de una pelinegra con grandes atributos físicos que se reía de lo que aquel individuo le decía.

Loyalty.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora