Capítulo 280

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Narra Malú

Entramos al local que está a rebosar, el equipo se encuentra en un apartado y tras hacerme algunas fotos con unos pocos que me han reconocido me reúno con los míos. Algunos bailan, pero la mayoría se encuentra rodeando la mesa llena de alcohol, tapas y picoteo.

Pa: ¿Pero quien hay aquí?

Paco nos mira jocoso.

Pa: La jefa uniéndose a una salida del equipo.

Ríe.

Y: Qué sorpresa.

Yaiza parece encantada del cambio de planes de Mateo.

Y: Sentaros.

Se apega a Cato para hacernos sitio. Aún no hay gestos que la adviertan de nuestra relación.

- Gracias.

Rechazo el ofrecimiento y miro a mi hermano.

- José, ¿me acompañas primero a fumar?

Le pido sin que tenga posibilidad de negarse. Mateo me mira consultándome con los ojos si debe venir o quedarse, y de la misma forma le hago saber que iré sola con José. Aunque quisiera tenerle pegadito a mí, creo que mi hermano necesita una conversación honesta conmigo.

J: Vamos.

Se levanta de mala gana. No va a montar una escena aquí. Salimos por unas escaleras laterales a la azotea y el viento pega con fuerza en nuestras caras. Para ser septiembre hace fresco. Con una mano hago un refugio para el piti que me llevo a la boca y tras varios intentos consigo encenderlo. José hace lo propio con el suyo.

- Podría gritarte, reprocharte lo mal que me has hecho pasar, decirte que eres un capullo y que estresarme con que no ibas a subir al escenario cuando jamás fue tu plan es lo más bajo que te he visto hacer.

Calo nuevamente. Necesito la calma que ahora mismo el tabaco no me está dando.

- ¿Pero sabes por qué no voy a hacerlo?

No se molesta en mirarme. Está apoyado en la barandilla, sobre sus codos, enfocado en las vistas de las luces de varias tonalidades y colores que la altura nos regala, pasando completamente de mí.

- ¡Te estoy hablando, joder!

Levanto la voz exasperada, lo que tampoco le hace reaccionar.

- ¡Que te estoy hablando!

Repito a gritos, casi pegada a él y planteándome pegarle varios manotazos como cuando éramos dos críos y mamá tenía que separarnos con la escoba.

- José.

Le llamo resoplando, casi rendida.

- No voy a hacer nada de eso, porque no me importa.

Le doy la respuesta a la pregunta que yo misma le he hecho hace unos minutos. Aún no me mira, pero sé que me está escuchando.

- Solo me importa estar bien contigo.

Prometo con un nudo en la garganta y luchando por mantener las formas. No voy a romperme.

- Eres mi hermano, y no soporto que nos enfademos.

Admito.

- Te quiero, y necesito tu apoyo.

Confieso.

- Necesito que aceptes a Mateo para poder ser del todo feliz con él.

Todos los secretos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora