S I L V I A
Él me acogió cuando yo no tenía donde ir. No me manipula, no me hace daño, ni me ignora. Me escucha, me protege... ME VE. Pero mi corazón late demasiado fuerte cuando le oigo llegar a casa, o cuando me mira durante la hora del desayuno…
Tengo que parar esto. No puede pasar.
Mi hermana me dijo una vez que no hay ningún hombre bueno, y que cuando lo encuentras, no está disponible. El problema es que no es Jorge Salinas quien no está disponible. Soy yo quien está fuera de su alcance.J O R G E
La acogí porque pensé que podría ayudarla. Pero a medida que han pasado los días, la situación cada vez es más difícil. Tengo que dejar de pensar en ella todo el tiempo, no puedo contener la respiración cada vez que tropiezo con ella por casa. Por más que lo desee, no puedo tocarla.
No podemos hacer esto. Porque ella tiene diecinueve años, y yo tengo treinta y ocho. Y soy el padre de su novio. Por desgracia, los dos se han mudado a mi casa.