Me he dado un tiempo para sufrir mi luto, porque sí, es un luto un poco difícil de superar, el no tener más en tu círculo a esas personas que tanto amas duele y mucho, pero es parte del proceso y de eso a que le llamas etapa.
He aceptado que somos etapas en la vida de las personas, que aunque quieras con el alma a alguien debes dejarlo ir, que cada quien decide donde y con quien quiere estar, a quien contarle sus vivencias y con quien compartir esos momentos importantes y ya yo no soy parte de su círculo y eso está bien.
He aceptado hablar de vez en cuando, sin presionar, sin insistir y sin preguntar demasiado, tomo justo lo que quiere compartirme y ya está, no tiene que ser como antes, no tiene que ser igual, se supone que no somos las mismas personas de hace siete años y nuestra manera de ver la vida ha cambiado.
Así es como alguien a quien creías conocer a la perfección termina por convertirse en un completo extraño, al que ya no sabes como tratar para no embarrarla, siempre a la perspectiva, sin saber que esperar y decir, de pronto ya no sabes de qué temas hablar sin sonar intensa, sin parecer molesta cuando la realidad es que antes podías ser siempre tú sin importar nada más.
Esto es lo que ocurre en cualquier ruptura, las personas se convierten en extraños, que deben conocerse nuevamente desde cero, pero llega un punto en el que te rindes, solo aceptas y sigues adelante, aunque te duela, aunque ames a esa persona y lo extrañes todos los días.
Deje de mirar mi celular, sé que ya no va a sonar, sé que no querrás saber de mí, así que ya está totalmente en silencio, no recuerdo que tono puse en las notificaciones, tampoco recuerdo que tan alto suena, al despertar entro directamente a mirar los mensajes de mi trabajo y las redes sociales de artistas y desconocidos.
Lo positivo es que ya no paso tanto tiempo con el celular, incluso ya puedo salir y dejarlo en casa, es tan extraño sentir esa soledad, estar a solas contigo misma, haciendo cualquier cosa que nadie sabrá, una tarde en un parque mirando el atardecer, otro día comiendo en un centro comercial, nadie sabe de ti, nadie sabe donde estás.
Me alegra saber de ti una vez cada tantos meses, me da gusto saber que estás bien, que la vida te marcha bien, que compartes con otras personas, que haces otras actividades, las cuales desconozco, que puedes resolver tus problemas, que tienes personas de apoyo, que cambiaste de empleo, de rumbo y de círculo social.
Muy a pesar de todo, es gratificante saber que admiras y quieres a personas buenas que saben elegir con quien compartir la vida.
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APRENDE A SOLTAR
RandomA veces tenemos tanta dependencia emocional que cuando las personas deciden irse sentimos un vacío imposible de llenar