Capítulo 11

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Cuando el líder Jiang apartó su vista del más pequeño, la dirigió hacia el mayor, que seguía con la taza de té en sus labios. Su postura era digna del líder de una secta como Gusu Lan, pareció presenciar a un dios que había descendido para disfrutar de un té en el mundo mortal. Se preguntó cómo existían personas que podían verse bien incluso realizando acciones tan comunes.

— WanYin, ¿quieres más té?

El Primer Jade notó que el contrario se había quedado mirándolo fijamente, ¿había algo en la taza?

— Oh, claro.

Jiang Cheng se avergonzó por ser tan evidente. Lan XiChen sirvió el té con movimientos suaves y elegantes, sin llegar a derramar una gota de aquel líquido. Con una actitud sumamente tranquila, sus brazos se movían de forma natural, como si hubieran practicado ese simple gesto durante años. Le sorprendió un poco el hecho de que hasta sirviendo té el Primer Jade parecía estar tan calmado. Todo lo contrario a él, que no tenía paciencia para esas cosas, la verdad era que últimamente no tenía paciencia para nada.

— Gracias por el té, puedo notar la parte tranquilizante, a pesar de las constantes preguntas del mocoso, no perdí la calma.

— Si me permites opinar, creo que ese es tu lado para los niños actuando, no el té.

— Yo no tengo un lado para los niños. — contestó el de túnicas moradas de manera obstinada. Giró su cabeza a un costado olvidando que no llevaba su peinado habitual. Su cabello se movió causándole algo de incomodidad en los hombros, no estaba acostumbrado a tratar con aquello.

Lan XiChen observó el perfil de su contraparte, no había visto nunca al otro sin su peinado normal, ahora que lo notaba, Jiang WanYin tenía un cabello hermoso. Era brillante y caía con leves ondulaciones, dejaba ver una apariencia muy bella, le daba un toque más desordenado, lo que se asimilaba a su personalidad. Los rasgos marcados en su rostro resaltaban al ser iluminados de un lado y la ligera inclinación de sus cejas le daba un aura de ferocidad única. Quien dijera que esta persona carecía de encanto, no podía estar más equivocado. Al procesar sus pensamientos, se avergonzó... debía tomar más té. Se concentró en su taza y Jiang Cheng no se dio cuenta de que segundos antes, alguien lo había inspeccionado con la mirada.

— Sin embargo, tú seguramente lo tienes, ¿no es así? Después de todo, A-Yang parece preferir tu presencia.

— Yo realmente no tengo mucha experiencia con los niños, creo que eres sumamente adecuado para cuidar de A-Yang, aunque él no lo sepa. Seguramente ya está apegado a ti aunque no lo demuestre.

— Mhn, claro.

Jiang Cheng sabía que los niños no eran muy felices cuando se acercaban a él, excepto por Jin Ling, ese mocoso siempre lo tuvo en alta estima. Prefería creer que era por ser el único familiar relacionado en sangre a su madre.

Hablaron de trivialidades y algunos temas que tenían en común gracias a ser líderes de sus propias sectas. El Jiang le comentaba al otro, cómo se le ocurrió la idea de avanzar con el comercio en su secta, recibiendo halagos del mayor, que lo escuchaba y daba alguna sugerencia si lo creía oportuno. Cuando por la ventana empezó a aparecer el brillo de la luna, Lan XiChen se dio cuenta de que ya era demasiado tarde para seguir en la habitación de otro líder de secta. Se sorprendió por no haberlo notado antes.

— WanYin, creo que es hora de irme.— mencionó el Primer Jade mientras se levantaba y dejaba algunas hierbas en la mesa que sacó de su bolsa QianKun.

— Dejo las hierbas del té. Ya que fueron de tu agrado y sirvieron, la próxima vez traeré más.

Jiang Cheng no lo había notado, ya era demasiado tarde y A-Yang seguramente estaba dormido. No imaginó el tiempo que había pasado, hace mucho que no hablaba con alguien sin aburrirse. Casi como si fuera un amigo... tampoco imaginaba algún día tratar al Primer Jade como tal, pero se sentía cómodo en la presencia del otro... ¿El té verdaderamente le afectaba?

El nuevo discípulo de Muelle de LotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora