26: Maquinar

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La reacción de Senith fue instantánea.

Se adentró en la sala a toda marcha, un segundo antes de que Svastica pudiese abrir fuego contra el alcalde. La comando de Tiniebla, alertada por la intempestiva aparición, cambió de objetivo apenas se percató de la acometida y disparó a quemarropa hasta vaciar el tambor de su revolver. Senith fue capaz de esquivar la andanada apartándose a un costado, tras lo que tomó una silla caída y se la lanzó a su adversaria con toda su fuerza. Svastica había logrado cargar nuevamente su arma en ese lapso, pero se le escapó de las manos por el impacto del mueble. Ya sin nada que se interpusiera entre ellas, ambas mujeres se enfrascaron en una feroz batalla cuerpo a cuerpo con claras intenciones asesinas.

Sorprendido por todavía hallarse con vida, Arthur Galahad no tardó en salir corriendo con dirección a la puerta de la oficina. Para su gran infortunio, Alex se interpuso en su camino a último momento, bloqueando su huida frenética por completo. Por más que el desahuciado político pretendió tirarlo abajo de un empujón, el joven lo tumbó con facilidad de una patada al estómago.

—¡Sal de aquí, imbécil! —espetó el alcalde, poniéndose de pie a pesar del dolor y el miedo—. ¡Ese monstruo de Tiniebla nos va a matar a todos!

—¿Así te haces llamar noble?

—¡Qué sabes tú de nobleza...!

—Sé lo suficiente como para nunca rechazar una muerte gloriosa.

—¿Quién diablos eres...? —Galahad se calló de golpe y meneó a cabeza—. Escúchame, han enviado a Svastica, la segunda al mando de Tiniebla, a por mí. Me asesinará sin dudarlo si no me largo cuanto antes, y a ti también por estorbar.

—No sé qué es "Tiniebla", pero morirás de todas formas si te vas ahora. Quédate callado y espera a que las cosas se calmen.

El alcalde dudó por unos instantes, mas tuvo que aceptar la propuesta porque no tenía ni idea de lo que podría esperarle fuera del ayuntamiento. Por su parte, Alex dirigió su atención a la contienda que se desarrollaba entre la agente de Cruz Negra y la comando de Tiniebla. A pesar de que la primera revelaba poseer una remarcable habilidad de combate, carecía de la misma experiencia y fuerza sobrehumana de la que hacía gala su contrincante, quien poco a poco estaba poniendo la balanza a su favor. Por cada golpe que Senith lograba atizar por puro azar a la mujer de los ojos sombreados, se llevaba un par de certeros impactos en el vientre y el rostro que la desequilibraban con cada vez mayor vigor.

Considerando que, de seguir así, la ganadora iba ser Svastica, el joven Hound concluyó que era su deber intervenir. Tras lanzarle una advertencia al alcalde para que no se moviera de allí, recortó la distancia que lo separaba del par de féminas con un objetivo en mente: recoger el revolver que la teniente de Tiniebla había soltado al entrar en combate.

Logró su cometido sin inconvenientes y alzó el cañón, mas no se animó a disparar al tener a Senith en la línea de fuego. Se apresuró a cambiar de ubicación, pero el peligro de errar un tiro fatal contra su compañera seguía presente. Para empeorar las cosas, si bien tenía cierta experiencia manejando armas de fuego, se especializaba en rifles de caza y fusiles de francotirador, de modo que apenas podía empuñar correctamente el pequeño revolver. La situación parecía estar forzándolo a involucrarse en una pelea cuerpo a cuerpo, pero por cuestiones de supervivencia prefería evitarlo hasta tener la victoria asegurada.

Aunque no podía dudar por mucho más tiempo: Senith ya mostraba las primeras señales de estar por desfallecer. Para Alex, desde cierta perspectiva, le resultaba conveniente que ella muriese ahí mismo, aunque semejante hecho podría arrebatarle cualquier esperanza de dar con Nirvana. A fin de cuentas, no tenía más contactos dentro de Cruz Negra y cabía la posibilidad de que Logios lo acusase de haber abandonado a su sobrina. Fastidiado por hallarse ante un dilema, el joven Hound se decantó por la mejor solución que pudo idear en el momento.

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