Obra de arte

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23:56 P.M.

Comenzó a anochecer mucho antes de lo que esperaba. Me sentía como un león en una jaula y cualquier persona que se pudiera enfrente, podría acabar muy mal herido ya que, me sentía demasiado ansioso y aunque intentaba controlar lo que sentía, seguía aferrándome a una insólita idea de que algo no iba bien. Mi instinto no me fallaba.

Dando vueltas y mas vueltas por la estancia, seguía pensando en las palabras de aquella nota que había llegado a mis manos. Sabía que no debía de darle muchas vueltas al asunto pero, las palabras escritas de Pol, martilleaba en la cabeza: 

''Como te dije la otra vez, encontré el trabajo digno adecuado para tí. Nadir pasará a por ti a media noche ya que, quiero ver de lo que estás hecho''

Ladeando la cabeza de lado a lado, intenté no pensar demasiado en aquellas palabras pero volvían una y otra vez. Como una pequeña maldición que se había instalado para atormentarme.

-Bu... -me giré de pronto al darme cuenta que Declán se había despertado- Bu...Bu...

-Ya pequeño -me acerqué a él y cogiéndolo en brazos, comencé a mecerlo- Ya pasó -intenté volverlo a dormir ya que, me había costado más lo que creía después de haber cenado.

Meciendolo, lo más lento que podía, sonreí sin poder evitarlo y besando su pequeña cabeza, Declán se agarró a mi camiseta. Creo que él no quería que me fuera a donde sea que Pol planease llevarme.

-No debes pensar en eso -pensé- Que sea lo que debe de ser.

Dando vueltas por la habitación, el niño comenzó a quedarse de nuevo dormido y antes de volver a besar su cabecita, dieron unos suaves golpes en la puerta haciendo que yo me sobresaltara un poco haciendo que el niño abriera los ojos y comenzara a llorar.

Apretando los dientes, me giré y al abrir la puerta, me di de bruces con los ojos miel de Agatha, seguida de Nadir con las aletas de su nariz saludandome. Parecía como si él fuera el perro guardián de la muchacha aunque me fijé que ella estaba incómoda. 

-No me extraña. Parece que, la que va a morir esta noche, es ella -pensé frunciendo el ceño- No os esperaba tan pronto -dije a medio de broma para aliviar la tensión que se había instalado en la zona.

-Yo....

-No tenemos mucho tiempo. Dale al crío a Onix y ven conmigo. El jefe espera -no miraba a nadie en específico pero todos los presentes, entendimos que iba por mi.

-Déjame decirle a Onix que...

-Te he dicho que no tenemos tiempo.

Y de la nada, me quitó de mala manera, pero con cierto cuidado a Declán de entre mis manos y sin pensarlo 2 veces, me iba a avalanzar contra él y si no fuera porque Agatha me lo impidió, ya le hubiera cortado el cuello. Mis uñas, estaban demasiado la afiladas como para tratarse de una broma. Nadir, al ver mi reacción y el intenso llanto del niño, me lo devolvió.

El bibliotecario y el guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora