—Hola, me llamo Alex —dijo el joven, su mirada atractiva y divertida observando a Luz desde abajo.
Luz lo miró confundida. Poco a poco, su mente procesó la situación y comprendió, al menos en parte, por qué había venido a su instituto. No era una coincidencia y, en retrospectiva, debería haber intuido que algo así podría suceder. «¿Cómo puedes ser tan tonta?», se recriminó a sí misma.
El padre de Luz aclaró la garganta, sacándola abruptamente del trance en el que estaba inmersa, rememorando la escena de hacía una hora. Alex soltó la mano de Luz y retomó su postura natural, aún con una amplia sonrisa.
—Percibo que vuestro primogénito persiste en manifestar cierta... rebeldía —comentó Roland, esbozando una sonrisa tensa mientras su esposa apretaba suavemente el brazo de Luz.
—Sería prudente no dejarnos afectar por el comportamiento de nuestro joven al ser presentados a una dama de tanta belleza como vuestra hija —dijo la mujer entre risas, acariciando la cabeza de Alex.
Luz miró a los extraños y luego a sus padres, quienes parecían bastante incómodos y tensos. Eran personas realmente importantes para sus ambiciones si soportaban tal comportamiento.
—Bueno —interrumpió—. Pasen, no se queden en la puerta. —La rubia platinada rápidamente cambió de tema y se hizo a un lado para dejar espacio—. ¿Quieren algo de beber?
Los adultos caminaron hasta el reluciente salón, mientras que los jóvenes los seguían. Luz se sentía nerviosa y ansiosa, mientras Alex, despreocupado, observaba todo a su alrededor con curiosidad.
—Excelente. Con respecto a nuestros planes, ¿se encuentran en orden? —inquirió el padre de Luz—. Si es así, solo nos queda revisar el lugar. Mañana nos encargaremos de visitarlo para asegurarnos de que todo esté en orden.
Alex, de repente, saltó y tomó a Luz por los hombros, haciéndola dar un pequeño respingo.
—¡Le ruego me disculpe! Si me permiten, me gustaría pasar un rato con la señorita Luz mientras hablan —dijo con entusiasmo.
Al escuchar esta petición, la mirada de Luz se posó en sus padres, quienes le prohibieron con la mirada hacer un movimiento.
—¡Una gran idea! Sería bueno que se conocieran mejor —dijo la madre de Alex, dando un paso adelante. Sabía cómo interpretar las opiniones de otros adultos.
—N-no creo que... —dijo Luz, dudosa, mientras miraba a sus padres. No podía contradecirlos, por mucho que estuviera interesada en el chico.
El padre de Luz se aclaró la garganta y, con un tono firme, ordenó:
—Muy bien, Luz. Acompaña al joven.
Alex tomó la mano de Luz y la llevó fuera de la habitación sin decir nada más. La muchacha, paralizada, se preguntaba si estaba siendo desobediente o si eran esas personas las que asumían toda la culpa. El chico la condujo hasta la entrada, al otro lado de la cual estaba la cocina.
—Me alegro de haberte sacado de ahí. No me gustaba cómo actuabas cuando tus padres están cerca —Alex suspiró, dejando de empujar a Luz.
—¿Por qué? Así es como debería ser —dijo Luz, mirando la puerta gris de la entrada con inquietud.
—No, no debes. Estabas pálida y deprimida, no como la primera vez que te vi —respondió Alex con una expresión seria, quitándole la bonita diadema.
—Gracias —dijo Luz, mostrando un poco de alivio en su rostro—. Hoy no me fue bien con ellos —añadió, sonriendo con tristeza.
—¿Te gustaría que te invite a algo? No creo que les importe si salimos a dar un paseo —propuso Alex con una sonrisa, su mirada esperanzadora fija en Luz.
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Mercenary Feelings
TeenfikceEn un mundo futurista lleno de excesos y decadencia, las diferentes ciudades se convierten en reflejos de la crueldad y la piedad que habitan en el corazón humano. Las fiestas extravagantes, las drogas, las armas y la violencia son moneda corriente...