𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐

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Un joven chico de ojos azúles brillantes entro sigilosamente por la puerta. Parecía que aún se encontraba asustado puesto que todo su cuerpo no paraba de temblar.

Evan aún observaba por la ventana, pero gracias al reflejo que esta proyectaba notó la presencia de su hermano en la habitación. Decidió fingir que no lo había visto para ver como reaccionaba el castaño, pero al ver que este solo se quedó parado en la entrada mirando hacia el suelo habló -¿Acaso no piensas acercarte a saludar?- Preguntó el menor mientras giraba suavemente su rostro hacia Michael.

El adolescente intentó enunciar una oración pero de su boca no salían más que incoherencias. Ante esto el de ojos esmeraldas soltó una risa sarcástica. -¿Sabes? Honestamente esperaba más emoción de parte...- Hizo una pequeña pausa y se bajó de la camilla en la que se encontraba sentado -Ah, supongo que es una pena no escuchar tus lamentos en este momento.- Este se acercó de forma sutil hacia el mayor y cuando lo tuvo al alcanze de su mano jaloneó del suéter de Michael dejándolo a la altura de su rostro. -Hm, ¿Has estado llorando no es así?- El ojiazul intentó negar esto más sin embargo su hermano lo detuvo posando su dedo levemente en sus suaves labios- -Shhh, no hay porque responder. Yo lo sé, he oído cada palabra que has dicho mientras estaba posado en este maldito lugar... Dime algo Michael, ¿Tu de verdad esperas que te perdone después de lo que hiciste?- El castaño se miro cabizbajo, sus suposiciones eran ciertas, su hermano lo odiaba. Pero en el fondo, Michael sabía que no merecía su perdón, y esto era lo único en lo que el y Evan estaban de acuerdo.

El chico intentó librarse del agarre del más bajo pero fue en vano, el pequeño se había vuelto más fuerte en el tiempo que había pasado postrado en aquella cama -No es muy cordial no responder una pregunta, ¿No crees "hermanito"?- Esto lo dijo seguido de una sonrisa forzada que logró helar por completo el cuerpo del más alto.

No era capaz de evitar preguntarse en que había convertido a su hermano, ya el no era más el dulce e inocente Evan, ahora parecía una versión corrupta de aquel niño, sus ojos solo reflejaban odio y desprecio cuando lo miraban. Esto era como una estaca en el corazón para Michael, había perdido todo el afecto que el pequeño sentía hacia el y lo había transformado en rencor.

La aversión del menor creció al ver como su hermano evadía sus preguntas y simplemente permanecía en silencio. Esto lo enojó tanto que tomó al adolescente de los hombros y lo empujó hacia la pared más cercana. Esto causó un leve golpe en la cabeza del ojiazul quien emitió un pequeño quejido ante ello.

Evan solo sonrió ante la escena que el mismo había creado. Luego se dirigió a donde estaba el chico y delicadamente ofreció su mano en forma de ayuda para levantarlo. Michael aunque algo desconfiado la aceptó y tras esto el menor expresó su deseo para ir a casa ignorando por completo lo sucedido.

Mientras los dos hermanos llenaban los permisos requeridos para evacuar del hospital, la cabeza del más alto no dejaba de dar vueltas a causa de la leve contusión. Pero no fue capaz de decirle a los médicos puesto que temía lo que podría llegar a hacer el de ojos esmeraldas

Ambos lograron llegar al auto pero en el transcurso del viaje la cabeza de Michael comenzó a darle fuertes punzadas por lo que debieron detenerse en un hotel.

El plan era quedarse a pasar la noche allí, pero el mayor quería todo menos eso. Tras ver la actitud de su hermano menor quería estar lo más alejado de el. ¿Pero que opción le quedaba? No había forma que lograse conducir de vuelta a casa en ese estado.

Así que ingreso al hotel con el menor tomado de su mano como si volviera a ser un dulce niño en ese momento. La recepcionista le dió una llave a su habitación y los dos chicos subieron las escaleras para luego ingresar a aquel cuarto en el que tendrían que pasar una noche en compañía del contrario.

El placer de tu llantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora