Paris no pudo evitar reír al escuchar las tonterías que decían sus amigas y pensó que, aunque querían ayudarla, hacer eso no era muy honesto.
—Escucha, sé que te parece una idea descabellada y que no quieres hacerle daño —acotó Zahra, una de sus amigas, quien para ese momento estaba empezando su embarazo—. Tenemos una idea de lo que estás pensando pero también sabemos que aún lo quieres, siempre lo has querido y yo confío que él aún te quiere.
—Fred no me quiere ya —respondió Paris y dio un suspiro—. En fin, no hablemos más de eso, mejor díganme qué planes tienen para hoy.
—Pensaba salir de compras, no tengo nada en la alacena —dijo April y miró al resto, quienes se encogieron de hombros—. No me gusta enviar a mi esposo al supermercado por la despensa, todavía no encuentra el clítoris y eso que lo ve diario, imagínate si lo mando a buscar despensa, nunca encuentra nada.
Paris soltó una risa divertida y miró a su amiga, quien le tomó la mano.
—¿No vas a trabajar? —preguntó Peggy, la pelirroja.
—Me despidieron esta mañana —confesó y apretó los labios—. Iba a ir a buscar trabajo.
—Valerie va a casarse y dejará de trabajar —dijo Zahra—. Podrías volver con Frank, estoy seguro de que estará feliz de verte volver.
—Gracias amiga, pero lo cierto es que, prefiero buscar por otro lado —dijo mirándola a los ojos—. Eso no significa que no agradezca con el alma lo que hacen por mí, lo aprecio mucho, lo saben, ¿verdad?
—Deja que te ayudemos —pidió April y le dio una sonrisa—. Sé lo perdida que te sientes y aunque nunca me vi en una situación como la tuya, te recuerdo que yo también tuve muchos problemas de dinero.
—Lo sé —respondió Paris—, pero estoy en un punto en el que prefiero hundirme sola. Gracias de cualquier manera. Si quieren las acompaño a comprar, sirve que me distraigo, me hace falta. Hace mucho que no voy con ustedes por ahí.
—Está bien —dijo Melanie el ver que estaba incómoda y para no presionarla—. Vamos a comprar la despensa de April, pero dejarás que compremos también para ti, me voy a ofender si dices que no, ¿de acuerdo? Y después, que tal si vamos por una buena cerveza.
—Eso suena genial —dijo Zahra—. Voy a llamar a Frank, quedé de hacerlo.
—Yo también llamaré a Ahmad para preguntarle si necesita que le compre algo —dijo April y ambas se alejaron.
—Tengo que decir que he estado tan ocupada con los niños que me resulta difícil darme un respiro —confesó April y Peggy le dio la razón al igual que Juno y Zahra—. Yo sé que tenemos esposos comprometidos y que disfrutan cuidar de los bebés pero sabemos que trabajan todo el día.
—Por eso no tendré hijos —confesó Paris—. Son un lujo que no me puedo permitir y a decir verdad apenas me puedo cuidar a mí misma, así que me tocará ser la tía alcahueta.
Sus amigas sonrieron divertidas y observaron a su amiga.
—Hoy no tengo mucho qué hacer —dijo Peggy—. Es decir, mis padres se ofrecieron a cuidar de los niños, así que tal vez podamos ir a un spa, tomarnos algo, relajarnos. Todo mundo dice que los hijos son preciosos y que tenerlos es lo mejor de la vida, pero nadie habla del lado aterrador de la maternidad.
—Definitivamente es horrible no poder dormir bien, estar pendiente de todo, tener que mantenerte alerta todo el tiempo, sentir que te falta tiempo y vida para cualquier cosa —confesó una desganada April—, pero ni se atrevan a quejarse, hacerlo es como insultar a Dios. Si quieren paz, no lo hagan.
ESTÁS LEYENDO
Amor a primera Visa.
RomanceParis anuló su matrimonio con él cuando Fred no tenía dinero. Ahora Frederick lo tiene todo, dinero, mujeres y el poder de evitar que sea deportada, puesto que es el nuevo cónsul diplomático del país donde ella pretende residir. Ella lo sigue amando...