INVASIÓN GEMA EN NARUTO

Prólogo.

"La tristeza es el fracaso del deseo" Aristóteles.

Cuando ella estaba con ellas, no había días de calma. Todos los días eran ruidosos, llenos de quejas y caprichos. Incluso su simple presencia generaba ruido. Tenía una forma peculiar de comportarse. Se dice que hacer notar constantemente tu presencia ante tus seres queridos puede provocar en ellos un sentimiento de soledad y vacío cuando empiezan a notar tu ausencia. Ciertamente, esto no aplica para todos, pero aquellos con los que sí aplica esta regla no saben lo importantes que son. Otra desventaja es que al hacer notar tanto tu presencia, terminas por cansar a los demás, llegando incluso a provocar un sentimiento mal identificado con el rechazo. En general, todos logran encontrar un equilibrio, pero aquellos que no, simplemente sienten una emoción mal identificada como liberadora y terminan por arruinar relaciones de años por deseos fugaces. No necesariamente esto siempre es malo. Como todo en la vida, hay casos en los que sí lo es y casos en los que no.

La ausencia de Diamante Rosa fue notada inmediatamente por todas las gemas, en especial por sus hermanas las diamantes. Siempre habían tratado de apagar su llama impulsiva para que fuera más centrada, pero ahora, sin la calidez que desprendía, sentían un frío desolador en sus corazones.

"Debí decirte que no, debí haber acabado con esa maldita cuarzo cuando tuve la oportunidad", eran los pensamientos de una deprimida Diamante Azul. Pese a que habían pasado siglos desde la pérdida de Rosa, ella seguía sintiendo su ausencia como si hubiera sido solo hace instantes. En este día, como lo había hecho desde el momento en que su hermana desapareció, había estado encerrada en su habitación llorando. Solo salía para visitar el zoológico humano, una de las pocas cosas que todavía le quedaban para recordar a Rosa. Aunque aliviaba un poco su dolor, no lograba desaparecerlo por completo.

En los aposentos de Diamante Blanco no se escuchaba ningún pensamiento. Su mente estaba en blanco y su rostro permanecía inmutable. Sin embargo, cualquier observador atento habría notado una luz en sus ojos que ocultaba la tristeza que se reflejaba en ellos. Diamante Blanco estaba devastada por la pérdida de su hermana, pero lo ocultaba bajo una apariencia impasible. Desde la desaparición de Rosa, no había salido de su habitación y se dedicaba a controlar únicamente a su Perla. Esta Perla había pertenecido antes a Rosa, y aunque se suponía que Diamante Blanco la tendría temporalmente hasta que escogiera una perla sucesora, ella no podía dejarla. La Perla era lo único que quedaba de su hermana y Diamante Blanco se había prometido a sí misma cuidarla y protegerla por siempre.

Diamante Amarillo, siempre ocupada en alguna actividad, trataba de mantenerse ocupada para no pensar demasiado en la pérdida de su hermana. También intentaba alegrar un poco a Diamante Blanco, cumpliendo con sus deberes sin descanso y buscando nuevos planetas donde establecer colonias. Sabían que pronto se quedarían sin gemas y que su planeta madre estaba destrozado, por lo que necesitaban encontrar un nuevo planeta apto para colonizar. Aunque el planeta Tierra parecía ser el más adecuado, las tres diamantes habían acordado en silencio no regresar nunca a ese lugar, ya que solo les causaba dolor.

"Mi diamante" se presentó una peridot ante diamante amarillo y su perla amarilla.

"Presenta tu reporte peridot 256319, Diamante Amarillo está muy ocupada", contestó por Diamante Amarillo su Perla Amarilla en tono egocéntrico

Pese a que por dentro Peridot no quería obedecer a Perla amarilla pues la consideraba inferior a ella respondió pues diamante amarillo estaba frente a ella.

"Mi diamante la última Colonia tuvo que ser desmantelada, los minerales del planeta se agotaron y la tierra ya es inútil, todas las gemas que están saliendo de allí ahora salen con fallas, de seguir el problema, me temo que tendremos que parar de una vez por todas con la producción de gemas, o aumentar la producción de tecnología para suplantar las partes faltantes" dijo Peridot con calma aunque por dentro estaba asustada.