Capítulo 9: Amenazas

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Santino

El sonido de mi celular me saca de mis pensamientos, contesto intrigado porque se trata de un número desconocido.

-Castaña de ojos grises, hermanita de tu mejor amigo, Donato Ferrara. Es toda una belleza de la cual disfrutaría tener en mis manos, ¿Pensaste que no me daría cuenta de tu interés por ella? ¿Asi que otro punto débil? Tres mujeres a las cuales puedo destruir en un segundo si no haces lo que te pido.-dice el muy maldito de Carlos, mi cuerpo entero se tensa de tan solo pensarlas en peligro. No entiendo como el maldito supo de mi muñeca, me he encargado de que mis sentimientos por ella, se supone que todo el tiempo me mantuve discreto.

-Atravete a siquiera acercarte y considérate hombre muerto.-le digo con dureza.

-¿Qué hará tu padre si sabe de su existencia? ¿Cómo lo tomara tu amiguito?-pregunta divertido.

-No me asustan tus amenazas, todavía no sabes de lo que soy capaz si alguien se mete con los míos así que más te vale te mantengas lejos maldito infeliz.-le digo furioso para después colgar. 

No, no puede meterse con ella, lo mataré si lo intenta. Ella es mía.

Sin pensar en lo que hago empiezo a buscarla con la mirada, más tarde tendré tiempo de arrepentirme, pero ahora necesito tenerla cerca y asegurarme que esta bien.

Tan solo unos minutos después la encuentro en caminando sumida en sus pensamientos y sin esperar me acerco a ella para seguidamente agarrarle de su brazo, le tapo la bica para que no grite y no encamino hasta la primer puerta que encuentro, el cuarto de limpieza.

Apenas cierro la puerta y antes de que siquiera hable acerco mis labios a los suyos y la beso con desesperación, necesito sentirla, necesito que aunque sea por un momento sea mía, solo mia. Mis manos se aferran a su cintura y la atraigo lo más que puedo a mi cuerpo, siento como su cuerpo se tensa, au piel se eriza y me encanta saber que soy el que lo provoca. Cuando intento meter mi lengua en su cavidad bucal parece que algo despierta a mi muñeca y me da un empujón que no veo venir y me aleja de ella. Nos miramos en silencio mientras nuestras respiraciones son un desastre después de semejante beso.

-¿En qué piensas, muñeca?-pregunto tratando de parecer calmado. Se que no debí hacerlo, pero la llamada de ese infeliz me volvió loco.

-En la gran estúpides que acabo de hacer.-me dice irritada.

-No es nada malo, solo nos besamos porque así lo deseabamos.-digo tratando de sonar desinteresado.

-Mejor cállate, tú prácticamente me secuetraste y me metiste en el cuarto de limpieza.-me recuerda furiosa.

-No veo que te hayas resistido, muñeca.-digo sonriendo al observar sus mejillas sonrojada y sus labios hinchados que la hacen ver tan perfecta.

-¡Vete al infierno, Adonis! ¿Acaso quieres que Donato te de una paliza?-me pregunto maliciosa e inmediatamente cambio mi semblante y no porque le tema a sus hermanos, sino porque caigo en cuenta en lo que acabo de hacer, no debi dejarme llevar por mis inpulsos, pero tampoco me arrepiento.-Si, querido, tengo dos hombres de mi lado y creeme que no le gustará saber que andas detrás de su pequeña hermanita.-me dice con determinación y solo puedo admirarla. Tres, bonita, tienes tres hombres que serían capaz de todo por ti.

-¡No! ¿Por qué eres tan cruel, muñeca? ¿Acaso quieres que me maten antes de que nos casemos y tengamos hijos?-pregunto dramático.

-¡Eres un idiota!-me grita enfurecida. Amo que se enoje, luce tan tierna cuando lo hace.

-Aja, Santino, besame por favor.-me burlo imitando su voz.

-Maldito idiota, no pienso perder más mi tiempo contigo así que mejor alejate que no te soporto.-me dice perdiendo la paciencia para seguidamente encaminarse hacia la salida.

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