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Aquella fragancia embriagadora que tanta nostalgia le traía, aquella dulce melodia que silenciaba sus pensamientos de guerra, aquella silueta que inmediatamente al observar calma le traía, aquél suave tacto tranquilizador y cariñoso que rellenaba un enorme vacio nunca cubierto en su pasado.
Su todo, su salvación, su soporte y su lugar seguro que la hacían olvidarse de la guerra que estaba luchando, estaban perdidos, los días estaban contados, el fuerte e irónicamente débil sonido de las agujas del reloj le recordaban las limitaciones y la distancia que se le iban a imponer, todo aquello tan dulce estaba a punto de reducirse a una simple pantalla y al azar de lo que la vida le quisiera traer.
De un momento a otro, tras escuchar la noticia de despedida acumulada con otras miles de cosas que se sumaban a su mochila de viaje que llevaba en la espalda desde que nació, su vida se derrumbó por completo, todo aquel peso camuflado en aprendizajes de vida se había reducido a puro lastre, la verdadera naturaleza de aquellos acontecimientos salieron a la luz mientras lágrimas corrían por su rostro y su enorme carga se convertía en una cuerda que le apretaba con fuerza la garganta y el corazón.
En ese momento, supo como se sentía la muerte, porque en ese momento, ella murió en vida mientras se ahogaba con su pena y su pesar.

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