( la volví a rescribir para mejorar la narración y los sentimientos que quería que de la historia trasmitiera y por las faltas ortográficas, así que si quieren la pueden releer otra vez y se darán cuenta que cambio un poco o mucho la narración ajaj )gracias :)
"¡Tú sigue!" animó Chayanne a sí mismo en un susurro apenas audible, mientras luchaba por contener las lágrimas.
"No llores..." se repetía mentalmente, como si esas palabras pudieran contener el torrente de emociones que lo abrumaban.
"Tengo que proteger a todos..." murmuró con determinación, recordando el juramento que había hecho en su corazón.
"Soy un guerrero y no lloro..." se recordaba a sí mismo con firmeza, pero una punzada de tristeza se infiltraba en su voz interior.
Pero lo extraño... extraño a papá Missa... Los recuerdos de su tiempo juntos lo envolvieron como una cálida manta en una noche fría. "Extraño que me prepare mis tamalitos picantes", pensó con nostalgia, recordando los momentos compartidos alrededor de la mesa.
"Ir a pescar con él...", suspiró, añorando esas escapadas tranquilas donde compartían historias y risas.
"Contarle sobre esta presión que siento en mi pecho...", admitió en silencio, reconociendo la necesidad de confiar en su padre en momentos de confusión.
"Extraño protegerlo...", una lágrima se deslizó por su mejilla mientras admitía la vulnerabilidad que sentía al enfrentarse a la ausencia de su figura paterna. "Me hacía sentir fuerte...", agregó con un susurro, anhelando el confort y la seguridad que solo la presencia de papá Missa podía ofrecerle.
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En una esquina de la cama, un pequeño niño se encontraba hecho una bolita. La noche envolvía la habitación, y su padre Philza ya se había retirado a dormir, mientras Tallulah descansaba a su lado, ajena al torbellino de emociones del pequeño.
El niño intentaba moverse con la menor cantidad de ruido posible, temeroso de perturbar el sueño de la pequeña. Sus ojos se fijaban en la pared, perdidos en un mar de pensamientos. No había sido fácil para él en las últimas semanas. Primero, la muerte de su amiga Tilín lo había golpeado con fuerza. Desde el día en que le regaló su bicicleta, se había prometido a sí mismo cuidar de ella, y el peso de esa promesa lo abrumaba.
Pero luego llegó Tallulah. No quería admitirlo, pero su llegada lo había emocionado. La presencia de la niña lo llevaba de vuelta a los recuerdos de Tilín, y se comprometió a protegerla y cuidarla con todo su ser. Estaba decidido a llevarse bien con ella, a amarla como a una hermana pequeña.
Sin embargo, también notaba los cambios en su padre, Philza. Se había vuelto un poco diferente, dedicándole más atención a Tallulah, protegiéndola con fervor. Al principio, lo comprendió; después de todo, la pequeña era más vulnerable y necesitaba más cuidados. Eso lo emocionaba profundamente, pues significaba que podía cumplir con su promesa de protegerla.
Con el pasar de los días, las horas y los minutos, Chayanne comenzó a darse cuenta de que anhelaba un poco de la atención que su padre dedicaba a Tallulah. Al principio, intentó convencerse a sí mismo de que era solo su imaginación o tal vez un atisbo de egoísmo.
Sin embargo, llegaron acontecimientos que lo sumieron en una profunda tristeza...
La primera fue cuando Philza hizo una comparación entre él y Tallulah, comentando que ella era más tranquila mientras él era un niño revoltoso. Aunque el comentario fue pronunciado con suavidad, para Chayanne fue un golpe duro. No quería que su padre lo viera así; solo deseaba que estuviera orgulloso de él.
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Hasta El Mejor Guerrero Llora
FantasyChayanne a notado como su papá se a ido alejando de él y prestándole más atención a Tallulah...