Capítulo 66. |Perdición, Salvación y Liberación.

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                                     Leah

Cinco de Septiembre.
Un año después.

Me quedo estática mirando todo a mi alrededor como si fuera la primera vez que hubiera estado aquí.

Los árboles me rodean en el pequeño camino de entrada y me entra la nostalgia del mayor de los recuerdos de este callejón y de este lugar. No soy partidaria de recordar como memorables lugares que la verdad no funcionan para nada bueno, pero este tiene algo en particular que siempre me va a resultar especial.

Ha pasado solo un año, pero yo siento que han transcurrido muchos más con todo lo que hemos estado viviendo y creciendo tanto a nivel personal, como profesional, como padres, como familia, ha sido un viaje realmente maravilloso, y lleno de aprendizaje de tantas maneras posibles que me hacen sentir verdaderamente satisfecha.

Detallo con la mirada las paredes del viejo almacén de los Camaleones que ha sido cerrado para siempre el día de ayer. Muy pocas veces la verdad estuve en este almacén, y en la primera de ellas conocí al amor de mi vida, que es hoy mi esposo y el padre de mis dos amados hijos.

Hoy era el día del cambio más importante que haríamos todos realmente por la seguridad de todos nuestros hijos, pero antes quise venir a darme una vuelta de camino por el almacén de Alexander.

Estábamos en pleno verano, faltando poco para el otoño, y el calor era realmente algo incómodo de tratar.

Siento unas manos que me cubren la boca por detrás.

—No grites, no te haré daño. Lo prometo.

Casi suelto la carcajada cuando sé lo que está tratando de hacer. Levanto las manos haciéndome la rendida y él me suelta a lo que yo doy la vuelta para encararlo. Su sonrisa es grande y sus ojos brillan con diversión ante su actuación.

Intento mantenerme seria porque es como si me trasladara en realidad a aquella noche en la que vi sus ojos grises por primera vez y supe que sería alguien que iba a torturarme la cabeza por días, pero resultó que me la torturó por más que solo unos días. Me río internamente porque aquel día pensé que me estaba volviendo loca al ver atractivo a un tipo que podía ser un asesino en serie que andaba buscando una presa y que la había encontrado.

Recuerdo que me había mirado de una manera suave, nada cruel para que yo pudiera pensar que fuera alguien peligroso.

—¿Qué hace una señorita como tú a estas horas en un lugar tan peligroso como este?—Me vuelve a preguntar retomando una postura erguida y bastante seria.

Frunzo el ceño.

—No tengo porqué responderte eso.—Me cruzo de brazos siendo más valiente ahora que aquella noche, la verdad.

Él levanta las cejas.

—Vaya, una actitud bastante interesante. Yo podría ser un psicópata, y quien sabe las cosas que podría hacerte. Tu actitud no te ayuda.

Finjo miedo.

—¿Y...acaso sí lo eres?

Él resopla.

—Digamos que no te haré nada. Pero en serio, no deberías estar aquí, eres pequeña, frágil, pueden hacerte daño.

Lo miro mal.

—No soy tan pequeña.—Refunfuño recordando mi infantilidad de aquel entonces.

Él se acerca más a mí.

—No, no lo eres, luces más como una Chaparrita.

Suelto la risa cuando terminamos la actuación y me besa fugazmente los labios abrazándose a mi cuerpo. Yo rodeo mis brazos por su cuello y profundizo el beso aún más.

Mi Liberación #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora