Cap. 10: El comienzo de la Odisea.

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Pasamos una semana sin ningún acontecimiento especial, Eric avanzó mucho en su uso del lenguaje, aún estaba algo lejos de saber usarlo a la perfección, pero sus esfuerzos se veían a simple vista. En el camino yo también me esforcé en mejorar, ya dominaba en cierto modo la práctica del vuelo, siempre y cuando no alcanzase mucha velocidad ya que mi poder no llegaba a tanto y me caía de bruces contra el suelo. Entrené mi fuerza llevando el carro mientras las yeguas descansaban y mientras yo entrenaba así enseñé a Eric a hacer ejercicio para fortalecer su cuerpo humano, cuando no estaba estudiando o durmiendo, se pasaba el rato haciendo flexiones e intentando hacer abdominales, pero le costaba entender cómo se flexiona el cuerpo así que decidí enseñarle a hacer plancha, la pose sobre cuatro extremidades se le hacía más sencilla y le resultaba más cómoda.

Justo a la mañana del séptimo día, mientras le estaba dando una lección a Eric, Epona y Casiopea se detuvieron. Eric y yo nos asomamos a ver lo que pasaba, al apartar la cortina vimos que estábamos en lo alto de una pequeña colina desde la cual se veía el mar a escasos kilómetros. A nuestra derecha había una pequeña ciudad con un puerto abarrotado de barcos.

- ¿Y este puerto? - pregunté mirando a las yeguas.

Casiopea relinchó con fuerza y comenzaron a andar.

-Casiopea dice que tenemos que atravesar el mar para llegar a destino- Dijo Eric haciendo pausas para pensar en cómo decir lo que tenía que decir.

-Bien los verbos, recuerda que destino es un sustantivo así que, si le hubieses puesto un pronombre posesivo como nuestro o la contracción al, hubiese sido una frase de diez. - le respondí acariciándole entre las orejas

-Entiendo, es solo cuestión de practicar. -

-Cómo todo.

Se sentó en el asiento del cochero y agarró las riendas, quedé sorprendido al ver lo rápido que había evolucionado su personalidad, en tan solo una semana, había dejado de parecer un cachorro asustado y se convirtió en... un cachorro menos asustado, aún conservaba ciertas costumbres como dormir pegado a mi lo cual lo hacía algo incómodo si no estaba convertido en lobo, me contó que en su manada todos dormían así y que su regulación de la temperatura se basaba en eso así que se lo permití sin problema, de igual modo a mí no me importaba, Eric despertada algo en mí que me hacía estar más tranquilo, aunque en ciertos momentos sea algo incómodo.

-Roy, nos estamos acercando a personas.

Hasta su voz se escuchaba más madura, era como si hubiese avanzado un año en una sola semana.

- ¿Crees que debería salir?

-Sí, pero no porque sea necesario, porque no quiero estar solo si vienen a hablarme.

Con una risa pícara salí y me senté a su lado.

-Casiopea y Epona son muy rápidas, ya están en la ciudad.

-Lo estamos todos. - dije corrigiéndole.

-No, ellas han pasado el cartel antes de que yo terminase la frase así que ellas han llegado antes.

Me dejó sin palabras su afirmación, se podía decir que me calló la boca en ese momento.

-Entonces retiro mi corrección, tienes razón.

Al entrar en la ciudad, un alegre ambiente medieval envolvía el ambiente, familias paseaban por las calles, niños jugaban a la pelota y todo estaba muy limpio, pero como no era sorpresa para mí, la fantasía se hizo presente al ver sobrevolar nuestras cabezas un grifo cargando en sus patas enormes cajas de madera envueltas en una red, sin embargo algo peculiar era que todos los habitantes parecían ser humanos, no había minotauros ni centauros como en Neo Asgard, únicamente había animales como pegasos y algún que otro unicornio.

Desterrados: La Leyenda De RoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora