Eran
Eran dos, dos pares de ojos, dos pares de orejas, dos bocas, dos pares de manos, dos pares de piernas, dos narices, dos corazones.
Ellos eran dos y ambos ya habían andado en la vida siendo de a Dos. Por supuesto que inevitablemente también eran uno, una pensaría que no tendría que aclarar estas nimiedades, pero sí, eran Uno y Una.
Una y uno ya habían sido dos de otros unos. Esos Unos habían sido peculiares unos, eran unos inconformistas.
Una había pasado toda su vida deseando ser la una de otro uno. Ella siempre deseaba ser de a Dos y por más de haberse encontrado con unos olvidables Unos, de alguna manera buscaba la manera de sacar lo bueno de lo que haya pasado y aprender, para la próxima ser mejor de a Dos.
Uno también. En eso los dos eran parecidos.
Uno y una no se conocían de antes, sin embargo, se habían cruzado en varias ocasiones. ¿Destino? Quizá.
Cuando Uno fue Dos de una desquiciada, Una era la Dos de un narcisista. Ambos compartieron locación una noche en el techo de un centro cultural en el que proyectaba la pelicula popular del momento. Era una comedia musical donde dos Unos se aman pero en tiempos distintos. La una de Uno odió la pelicula, el uno de Una también. Mientras que Uno y Una la habían disfrutado. Al terminar la pelicula y ante la crítica de sus respectivos unos, buscaron entre el público de unos alguien con el cual coincidir, para ver si eran los únicos unos que realmente habían disfutado. Uno en cada punto de la sala se encontró con los dos pares de ojos del otro y esa fue la primera vez que nuestros Unos cruzaron miradas. Encontraron lo que buscaban, un otro que no tenga cara de orto. Obviamente no significó nada para ninguno más que la breve tranquilidad de que no eran los únicos que disfrutaron el film. Al final del día no eran más que un desconocido para el otro.
A veces se tiende a pensar que para ser dos, tienen que ser complementarios, o incompletos. En este mundo de Unos no. En este mundo basta que dos Unos sólo sean un Uno que estén dispuestos a ser Dos Unos juntos.
Era un día de mucho viento y lluvia y nuestra Una no cree en usar paraguas porque tiene un miedo inexplicable a atraer rayos y morir. Así que está dispuesta a empaparse con tal de no morir electrificada. Uno sí usaba paraguas pero ese día no leyó el pronóstico del tiempo en el que se anunciaba una lluvia torrencial de sudestada. Estaba Una y después llegó Uno a la parada del colectivo. Ambos se refugiaban de la lluvia en la garita. Cruzaron miradas con sus dos pares de ojos que ya se habían cruzado hacia unos meses, y no pasó nada. Ninguno se recordaba. Pasaban los minutos y el colectivo no aparecía. Una que estaba escuchando música, empieza a escuchar la molesta alarma de que se le estaban quedando sin batería los auriculares, por lo que obligada por la tecnología inalámbrica, tendría que usar sus dos pares de orejas para escuchar la música incidental del presente, que aburrido.
Uno no escuchaba música los días de lluvia porque prefería escuchar las gotas golpeando los diferentes objetos, como las latas, la calle o los paraguas, como él que había olvidado en su casa. Se acuerda y suspira. Una escucha el suspiro y se gira a mirarlo, lo observa, Uno le hace un gesto de "cómo tarda" para salvar la situación y Una asiente y se da vuelta.
Una ante la falta de música empieza a pensar e imaginarse una historia. Imagina este que este Uno le empieza a hablar. Uno observa con atención a Una ya que la tenía delante y también imagina una conversación con Una. Otra vez, los Unos pensaban lo mismo los dos.
Una se apoya en el barral de la parada del colectivo, una parte por resignada a que su colectivo llegara en los próximos minutos, y por otra, para poder tener una mirada periférica en la que observar a este Uno. Era lindo, tenía dos ojos marrones, dos manos grandes, una nariz respingada y una boca con dos labios.
Uno estaba sobre pensando sobre si apoyarse también en el barral pero temía perderse el colectivo. Mientras todo eso ocurría, también había estado mirando a Una. Era linda, tenía dos ojos marrones, dos manos chicas, una nariz chata y una boca con dos labios.Los dos empiezan a pensar en simultáneo en una parte de esa pelicula que a ambos les había gustado. En esa parte los unos protagonistas estaban bajo la lluvia y empezaban a bailar, cantar y chapotear en los charcos de agua de la ciudad. Una empieza a marcar el ritmo con uno de sus pies, y Uno a murmurar la canción. Pasaron tres minutos, los dos estaban haciendo lo mismo, en el mismo lugar, de la misma pelicula que habían visto al mismo tiempo, que a ambos les había gustado, con la misma canción. Fueron tres minutos en los que nuestros Unos fueron dos Unos siendo Dos. Cada uno estaba tan metido en sus pensamientos que no llegaron a percibir que ambos hacían lo mismo. Tres minutos fue lo que duró porque los cortó el ruidoso freno del colectivo en la parada. Volvieron a la realidad. Se subieron, pagaron el pasaje, se sentaron cada uno en un asiento diferente del colectivo y se olvidaron de la presencia del otro.
Todavía no era el momento.