La cálida bienvenida

76 2 0
                                    


Habían llegado puntuales, pero la fila estaba dando la vuelta, Sarada miro su atuendo, y luego miro el de Chöu, y sin que ella se diera cuenta observaba como venían vestidas las demás personas, claramente no encajaban, pese a que se habían tardado más de cinco horas preparando su vestuario sentía que no era suficiente.

—No deberíamos hacer esto

—Te prometí diversión chica, así que nos divertiremos

—Realmente no me interesa venir a un estúpido antro, solo podemos regresar y

—¿Y qué? ¿Estar tomando nuevamente en la sala de tu casa? ¡No chica! No es que no me agrade, pero mi cuerpo necesita un amarre de un hombre grande y fuerte, y por tu casa solo hay amarres de doña pelos o secuestros ¿Entiendes?

—¿Y luego qué? ¿En qué nos iremos?

—Conseguiré a alguien, te lo prometo, además no nos podemos perder esta experiencia ni del alcohol gratis

—No conoces a nadie, sabes que los taxis suben su tarifa si nos llevan hasta allá a las 4:00am

—Tranquila Sarada, estos lugares nos prometen experiencia, y por la experiencia si pago, te juro que valdrá cada minuto de nuestro tiempo en invertirle a ese taxi

—Lo siento es que no creo muy convincente gastarnos un mes de salario en algo tan tonto como esto—Tenía que mantener cerrada su boca, había ocasiones que no media sus palabras y las personas a su alrededor salían lastimadas, pero Chöu era una de las pocas personas que sabían cómo tratarla

—No será tonto chica, tonto sería no regalarnos lo que merecemos, merecemos una salida fina, conocer a gente nueva, ¿No es así? ¿Me entiendes verdad?

A veces se cuestionaba sobre si uno de sus propósitos sería que el príncipe azul apareciera a tiempo para sacarla de la miseria, o esperaba a un príncipe café que compartiera el pan de cada día, así era Chöu una soñadora, imaginando alternativas distintas para si misma, creyendo que siempre merecía más, pero no por su propia cuenta, sino que había gente que tenía que aportarle un sentido, porque el sentido de ella era demasiado aburrido e imposible.

La hora más larga de sus vidas había pasado a saltos de caracol, los pies las estaban matando, usaban tacones y vestidos luminosos, Sarada nuevamente miraba su reflejo, los vestidos de Chöu le iban, ya que ella compraba tallas más chicas para que mostraran más las curvas de su cuerpo, pero no le gustaba andar por ahí llamando la atención, con colores chillones.

Sarada miraba a la gente, vistiendo con vestidos discretos, zapatos bajos, e incluso sombreros ridículos y gorras. Se preguntó porque ellas tenían que dar apariencia de que eran similares a la clase "media-alta", ¿Por qué tendrían que vestirse con vestidos que aparentaban ser caros?

—Nombres—Les dijeron en la entrada

—¿He?—dijo Chöu sorprendida, metiendo su mano a sus pechos

—No hay armbrand entonces ¿Nombres?

—No cariño—Dijo Chöu sacando el dinero de sus pechos—Mira, te pagaremos

Ambos guardias se miraron y las miraron a ellas, pusieron una sonrisa sínica, y sin decir nada les señalaron que se salieran, ignorándolas y atendiendo a las siguientes personas, mostraron la pulsera que traían en sus brazos y accedieron fácil

—Perdón, estuvimos más de una hora en la fila ¿Es enserio que harán esto? ¡No nos pueden hacer esto! ¡Hicimos cola como el resto de la plebe!

Ignoraban las quejas de Chöchö

La propuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora