15. Cobarde

64 18 2
                                    

No tengo ninguna intención de volver a casa, así que conduzco fuera del bosque hasta llegar a la ciudad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No tengo ninguna intención de volver a casa, así que conduzco fuera del bosque hasta llegar a la ciudad. Conozco las calles tan bien como la palma de mi mano. Frecuento estos lugares en secreto desde hace dos años, cuando encontré un pequeño club cerrado donde a un grupo de marginados sociales les gusta sentir la música como a los latidos del corazón. Como algo vital. Necesario para vivir.

Llegué por accidente y me hice parte de aquel grupo de marginados, porque yo también lo era. Bien podrían decir que yo no tenía nada de inadaptado porque había un buen grupo de chicas de mi escuela que están enamoradas de mí y también tengo un gran número de chicos que dicen ser mis amigos. Todos ellos me envían mensajes o me saludan en los recreos.

Pero la verdad es que ninguno de ellos me conoce realmente, y tampoco les interesa hacerlo. Por lo tanto, yo me siento como un inadaptado social. La sociedad no quiere descubrirme, aceptan una faceta superficial de mí y excluyen todo lo demás. Con esto no puedo más que sentirme frustrado. Hay un montón de cosas que quiero hacer o decir, pero no puedo...

La imagen de Ploy llorando vuelve a mi mente. Maldigo antes de bajarme del coche y cerrar la puerta con fuerza. Después de unos minutos ya me encuentro bailando una coreografía de una pegajosa canción pop arreglada, que una compañera marginada ha creado. Una estupenda coreografía.

—Estás muy enérgico hoy —comenta ella— ¿Demasiada mierda?

—Demasiada —concuerdo.

Me da una media sonrisa.

—No te esfuerces tanto o puedes lastimarte, Off.

Bailo y bailo hasta que mi cuerpo se siente pesado y torpe. Hasta que estoy tan sudado que la ropa está completamente adherida a mi cuerpo. Estoy tan cansado que ni siquiera siento mi corazón roto desplegando hasta mi mente los recuerdos de esta tarde. Construyo una barrera y me concentro en el dolor de mis músculos. Prefiero concentrarme en cualquier otra cosa con tal de ignorar los dolores del corazón o los recuerdos.

De pronto, prefiero darle toda mi atención a los labios de mi compañero de baile después de escabullirnos en uno de los compartimientos del baño. Un cubículo asqueroso con paredes de madera pegajosas y escritas por todas partes y me resulta repugnante cuando pongo mi mano en ella para no irme con todo mi peso sobre el chico frente a mí. Se llama Kent y ni siquiera sabía que yo le gustaba, pero no puso ninguna resistencia cuando lo acorralé y comencé a besarlo guiado por el hambre de placer. No había sido tan fortuito que fuera él a quien atrapé para descargarme, varios chicos entraron al baño antes que él, pero ninguno tan atractivo, deseable.

Ambos jadeamos excitados contra los labios del otro, mientras nuestras manos van de un lado a otro por debajo de la ropa. Contengo el aliento cuando sus manos llegan al lugar correcto bajo mis pantalones, entonces dejo salir mi aliento cálido contra su oído en entrecortadas bocanadas, al tiempo que me acaricia, guiándome a un extraño paraíso de pecado.

Gigil - HP2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora